—Señorita Melissa —se escuchó en la voz de una mujer al otro lado de la línea—. Están investigando y yo no quiero perder mi empleo, usted me aseguró que no pasaría nada. Melissa se aclaró la garganta. —Te pagaré el doble, pero por nada del mundo, digas mi nombre —ordenó—, si pierdes el empleo yo me encargo de conseguirte uno nuevo, no te preocupes —solicitó—, y si no tienes salida, solamente di que esas imágenes llegaron de forma anónima. —Eso he hecho todo este tiempo, pero siento que me están siguiendo —expresó con temor—, tengo miedo. Melissa frunció los labios, y apretó con fuerza sus puños, sabía que esa mujer en un momento de debilidad iba a soltar su nombre y no le convenía, porque su carrera podría venirse abajo.—Sigue mis recomendaciones y nada malo te sucederá —advirtió—, pero si me traicionas, algo terrible podría sucederte —amenazó—, los amigos que tenían en su poder a Paula María, podrían encargarse de ti. —Colgó la llamada, y de inmediato se comunicó con Gael, para
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