Bianca. —Necesitas dormir, te ves cansada —comentó Luka, lo escuché detrás de mi —. El aire frío va a enfermar al bebé.Mi mirada siguió varada en algún lugar de la inmensidad de agua, cargué al niño entre mis brazos pero no me moví. Mandé a Luka a que le comprara más ropita para que no tuviera frío y estuviera abrigado. Estaba demasiado mono con su gorrito de lana, pero aún así, no podía quitarme la soledad de mi corazón. Lo extrañaba. Lo extrañaba muchísimo. Tanto que ni siquiera podía respirar bien. Necesitaba saber que estaba bien. Que estaba vivo. El diablo no puede morir por el ataque de unos simples demonios. Aunque con los balazos que le metieron, eso es poco posible. Pero al menos, necesitaba su cuerpo para poder enterrarlo. Para llevarle flores y tener un lugar donde visitarlo. —Luka, el bebé no es mío —solté de repente. Luka se posicionó a mi lado en la parte del buque que estaba más solitaria, es la parte delantera, había varios agentes de seguridad marítima revisan
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