Ya estaba decidida, volvería a como dé lugar. Preferí hablarlo con mi padre hoy mismo, pues; consideraba que no era necesario esperar más tiempo. — ¿Permiso, padre, puedo pasar? — él, escucha mis palabras luego de tocar a su puerta, — Adelante. Entré en su despacho, y me senté frente a él, — Dime, hija mía, ¿qué sucede? Sabía que algo rondaba en mi cabeza solo con mirarme, él me conocía muy bien, — Voy a volver— le dije sin vacilaciones, — ¿Cómo que volver, a dónde? — su vos se notaba angustiada, — Volveré a donde pertenezco, are pagar a los que destruyeron mi vida. Él se puso de pie enseguida y exclamó, — No puedes Fernanda, volver ahí es firmar tu sentencia, ellos no te dejarán vivir. — ¡Ellos me mataron! — le grité con rabia, — ¡Ella y Bruno fueron los culpables de mi accidente, y no fue un accidente; fue un intento de asesinato por qué sigo viva! — él se acercó a mí intentando calmarme y persuadirme de no volver, — ¡No!, no voy a dejar que sigan sa
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