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Todos los capítulos de Los Matices de mi Vida.: Capítulo 51 - Capítulo 60
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Capítulo cincuenta y uno: La carta.
Otro mes de clases pasaba en un abrir y cerrar de ojos. Esta mañana recibí un mensaje de Grecia que necesitaba hablar conmigo y solo espero que no sea sobre las prácticas en el hospital. Sé que me he llevado por mis corazonadas más de una vez y eso a mi supervisor no le agrada, pero bueno, por más que lo intento no puedo evitarlo; si algo está mal hecho o falta debo corregirlo. Quedé en pasar a su despacho luego de las clases, no sé por qué, pero presiento que este día se va a volver algo confuso. —Hola Lu ¿cómo estás? — la saludo al llegar junto a ella en el patio. — Hola emm bien, hoy estoy bastante animada, el profesor Gutiérrez me pidió que armara una carpeta con dibujos detallados del sistema nervioso, así que hacerlos me entusiasma bastante. — Eso es muy bueno Lu, sé que te quedaran estupendos— al escuchar mis palabras volvía a notar en ella ese brillo que tanto la caracteriza, poco a poco volvía a ella esa Lupe que tanto extrañaba, — Si necesitas algo, no dudes en pe
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Capítulo cincuenta y dos: La decisión casi correcta.
Cuando terminé de leerla, no lo podía creer; la volví a leer palabra por palabra muchas veces y es que no lograba imaginarme a Rebecca escribiendo algo como eso y menos que estuviera arrepentida de sus actos conmigo. Pero; ¿qué busca con escribirme algo así y rebajarse tanto?, esto no es propio de la mujer egoísta que conozco. No podía decir que su carta me transmitiera algo más que bronca, desde que dejé su m*****a casa, nunca más he vuelto a poner un pie en ella. Guardé la carta en mi bolso y salí de la habitación a buscar a Matt, quería hablar con él, mostrarle la carta y desahogarme. Saqué mi teléfono y le mandé un wuisap, Fer: — Amor, te espero en el estacionamiento, necesito hablar contigo, no demores. Su respuesta no demoró en llegar, Matt: — Voy para ahí. Guardé el teléfono en mi bolsillo y me apoyé por el auto para esperarlo. Al cabo de unos minutos pude verlo en la lejanía, se notaba que había salido apurado, tenía solo la campera puesta y nada de bajo, — Esto
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Capítulo cincuenta y tres: La salida del té.
Hoy era el día de la invitación que me había llegado semanas atrás y que tan perdida me había tenido. Matt quiso acompañarme cuando le confirmé que asistiría, pero preferí ir sola, aunque mi petición no le convenció para nada; decidió aceptar con la condición de que le escriba cada vez que pueda como iban las cosas y que si algo no me gustaba lo llamará para que fuera a recogerme. Luego de una hora de viaje, por fin estaba en la entrada de este lujoso lugar, le escribí a Matt que ya estaba allí, respire hondo y me armé de valor antes de cruzar sus inmensas puertas, — Buenas tardes, señorita— apenas entre ya me saludaba la chica de la recepción, — Buenas tardes, estoy aquí porque alguien me está esperando— le dije de manera cordial, — Dígame el nombre de la persona que la espera, por favor. —Rebecca. Apenas terminé de decirle el nombre, ya noté en su rostro que sabía perfectamente de quién estaba hablando, salió de su puesto muy alegre y se volvió a dirigir a mí, — Por
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Capítulo cincuenta y cuatro: La hora en que te perdí.
Ha pasado una semana desde que mi amada está en coma, no me he despegado de su lado, suplicando que vuelva a mí, que despierte; pero aún no hay ninguna mejoría. Los doctores dicen que es un milagro que aún siga viva, pero no dan garantías de que despierte. No he parado de maldecirme por no acompañarla ese maldito día, si hubiera ido con ella; sé que estaría bien, hubiera impedido que algo malo le pase; estaría sana y salva a mi lado. Me inclino hacia la cama y tomo su mano con mucho cuidado, — Por favor, mi princesa, despierta; vuelve a mi amor— una lágrima se me escapa y no evito que caiga sobre su mano y la mía. Sigo sumergido en ella y no me doy cuenta de que alguien más entro en la habitación, — Hola Matt— apoya su mano en mi hombro, — Debes ir a descansar; a comer algo, no has salido de este cuarto desde hace varios días— levanto la vista hacia ella, es Clara, su abuela, — No puedo dejarla sola— admito con pesar y culpa, —Mi niño no va a estar sola, yo estaré aquí hasta qu
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Capítulo cincuenta y cinco: Necesitándote.
Pasé tu funeral en una celda junto a Renato, Luca y Jesua. Ya nada me importaba, te había perdido, mi mente estaba hecho un caos, me sentía culpable por no haberte acompañado ese día y no haber estado contigo en el funeral. Sentía que te había traicionado, que había defraudado todo el amor y la confianza que tenías por mí. Ni siquiera había escuchado el sonido de la reja abriéndose, —Ustedes cuatro pueden irse, no levantaron cargos contra ustedes. Me levanté del suelo y salí de ahí en silencio, afuera estaba Dilan esperándonos junto a Pablo que había traído mi auto, — Me voy solo— dije sin ganas antes de subir al auto, — Espera Matt, ¿a dónde vas? — preguntaron, pero solo arranqué el motor y salí de ahí sacando chispas. Pude escuchar los gritos de los demás, pero no me importó. Conduje sin prudencia alguna hasta llegar al cementerio y entre como caballo desbocado buscándote. Cuando por fin te encontré caí rendido frente a esa lápida con tu foto, en ella te veías prec
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Capítulo cincuenta y seis: Un adiós más.
Los días pasan y yo no salgo de este cuarto polvoriento, mis ojeras; mi cabello enredado, mi ropa desaliñada dejan muy en claro mi estado de ánimo. Mi abuela se ha empecinado en hacerme la guerra, ella quiere que me levante, pero yo sigo enredado en las sábanas sin dejar que un rayo de luz entre por la ventana. Cuando escucho el sonido de la puerta vuelvo a impacientarme, — ¡Que no quiero ver a nadie! —Mi grito ronco es claro: vuelvo a girarme dándole la espalda a la puerta. En ese momento puedo escuchar como la misma comienza a abrirse, — ¿Pero qué m****a? — me siento de golpe en la cama y veo como una cara se acerca sutilmente en el pequeño espacio que ahí, entre la puerta y la pared, — ¿Puedo pasar? — ¿Si digo que no te irás? — Grecia me hace una mueca al oírme y termina de entrar en la habitación, — ¿Qué hace aquí consejera? — le pregunto de poca gana, — ¿No es claro el motivo de mi visita? — Mire, no quiero ser desubicado con usted, pero realmente no quiero
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Capítulo cincuenta y siete: El cambio de Luisa.
Luego de dos semanas ausentes, Dilan; Renata, Jesua; Luca y yo no tuvimos más remedio que volver a clases, Matt también debía volver, pero no se ha presentado; la única que ha venido es su abuela que ha tenido una larga charla con el director. Sin ellos todo es diferente, aún sigo esperando que ella entre en nuestra habitación con su sonrisa como siempre, este año será realmente difícil para todos, ella había dejado su marca en cada uno y eso era difícil de superar. Es tan difícil ver cómo todo sigue su rumbo; como todos la olvidan, otros ni siquiera la conocían, pero aquí estamos siguiendo esta vida patética como si nada hubiera pasado. Las clases terminaron de forma habitual, pero aun así no faltó el gracioso que dice algún feo comentario y se burla del dolor ajeno. (Un año después), hoy nos volvimos a encontrar todos sus amigos aquí frente a su tumba, hoy es su primer aniversario; así que todos decidimos venir una vez más para recordarla, su alegría, su sonrisa; su esponta
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Capítulo cincuenta y ocho: Un año más
Contábamos el uno con el otro en todo momento y él había sido fiel a su promesa de no tener ningún secreto, nos contábamos absolutamente todo, él; junto a Matt y los otros habían retomado su antigua vida, defendiendo la zona; a su gente y manteniendo su grupo unido siempre. Mi adorada amiga Lupe aún guardaba sus sentimientos para ella misma, sin decir palabra alguna a Pablo, nunca la dejé sola; siempre estuve para ella y ella para mí. Más de una vez volví a tocar ese tema con ella y siempre tuve la misma respuesta: “Aún no es el momento y no creo que este llegue”. Una vez al mes íbamos juntos a dejarle nuevas flores a Fernanda y a la abuela, le contábamos lo que pasaba en nuestra vida y les pedíamos a ambas que nos cuidaran desde donde estén. Desde que la perdimos ya no somos los mismos, ella estudia más que nunca, buscando ocupar su tiempo al máximo posible. Habíamos hecho una nueva amiga, Luisa se había vuelto parte de nuestro grupo y el de Matt, no era una mala chica; al c
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Capítulo cincuenta y nueve: La dama.
(Al otro lado del océano) —¡Señor!, ¡por favor venga! — la cara de asombro de la enfermera que tranquilamente cambiaba las telas de su cama comenzaba a dar brincos y a llamar de forma desesperada a su patrón al notar cómo esa bella mujer volvía a abrir los ojos lentamente. Él entró asustado en la habitación y lo primero que hace es preguntar — ¿Qué pasa? La enfermera lo mira y levanta su mano apuntando hacia la cama, él sigue sus movimientos y por fin se percata de que ella está despertando, se acerca a la cama suave para no asustarla y con la voz tranquila y serena por fin habla, — Hola pequeña, ¿puedes oírme? Ella, adolorida, confundida; con la boca seca, intenta vocalizar algún sonido, abriendo sus labios lentamente; pero nada, — Tranquila, no te esfuerces, ya habrá tiempo para que puedas hablar. En sus ojos puede ver la confusión que la joven siente en ese momento, mira a la enfermera y le pide que llame al médico con urgencia, luego vuelve a mirar a la joven qu
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Capítulo sesenta: verdades en shock.
Caminando apurada por la uni, no pude evitar notar un rostro conocido sentado en una esquina de la cancha; con un aspecto muy deprimido. Tenía los codos apoyados en sus rodillas y su cabeza agarrada firmemente entre sus manos, sabía que si me detenía llegaría tarde a clases, pero mi corazón era muy insistente; si lo veía mal, me obligaba a detener mi camino y sin darme cuenta ya estaba parada frente a él. —Emm hola, ¿te encuentras bien? — con voz muy sutil hice mi pregunta. Él al escucharme levantó su mirada hacia mí y luego respondió, — Hola Lupe, tranquila; estoy bien. Su respuesta me sonó falsa por todos lados. Su rostro demacrado; su mirada perdida, el verlo alejado del resto; sin una sonrisa rebosante de vida, dejaba muy en claro que algo estaba mal. Suspiré profundamente y luego me senté a su lado, apoyando mi mochila en mis rodillas, — No me mientas, si no quieres decirme qué te pasa está bien; pero somos amigos hace años y te conozco, sé que algo está mal. Él
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