Capítulo cuarenta y tres: De acampada.
Por fin había llegado el día de irnos de acampada, Matt; Jesua, Dilan; Renata, Pablo; Lupe, Luca y yo, perfecto grupito desde el primer año de clases. Los chicos estaban muy emocionados, marchamos por la carretera con el auto de Matt y dos motos siguiéndonos, en la ida se escuchaba la música a todo volumen; los chicos en las motos no paraban de gritar y decir babosadas, mientras los que íbamos en auto le seguíamos sus juegos, sin dejar de prestar atención a la carretera; claro está. Paramos solo dos veces para cargar combustible, estirar las piernas y comprar los víveres que nos faltaban. Luego retomábamos el rumbo a pura diversión. Cuando por fin llegamos, nos dividimos las tareas, algunos fueron por leña para encender la fogata, otros armaron las carpas y otros acomodaron las cosas. Después de tener todo armado, Jesua saco unas latas de cerveza fría para cada uno y nos las alcanzó, como habíamos llegado cuando el sol estaba por entrar, decidimos sentarnos alrededor del fuego y
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