hola, desde ya te agradezco de corazón si has leído esta linda historia hasta este capitulo, por favor no dudes en dejar tu comentario, tu opinión es muy importante para mi, para seguir escribiendo y sobre todo mejorando. MUCHAS GRACIAS =)
Los días pasan y yo no salgo de este cuarto polvoriento, mis ojeras; mi cabello enredado, mi ropa desaliñada dejan muy en claro mi estado de ánimo. Mi abuela se ha empecinado en hacerme la guerra, ella quiere que me levante, pero yo sigo enredado en las sábanas sin dejar que un rayo de luz entre por la ventana. Cuando escucho el sonido de la puerta vuelvo a impacientarme, — ¡Que no quiero ver a nadie! —Mi grito ronco es claro: vuelvo a girarme dándole la espalda a la puerta. En ese momento puedo escuchar como la misma comienza a abrirse, — ¿Pero qué m****a? — me siento de golpe en la cama y veo como una cara se acerca sutilmente en el pequeño espacio que ahí, entre la puerta y la pared, — ¿Puedo pasar? — ¿Si digo que no te irás? — Grecia me hace una mueca al oírme y termina de entrar en la habitación, — ¿Qué hace aquí consejera? — le pregunto de poca gana, — ¿No es claro el motivo de mi visita? — Mire, no quiero ser desubicado con usted, pero realmente no quiero
Luego de dos semanas ausentes, Dilan; Renata, Jesua; Luca y yo no tuvimos más remedio que volver a clases, Matt también debía volver, pero no se ha presentado; la única que ha venido es su abuela que ha tenido una larga charla con el director. Sin ellos todo es diferente, aún sigo esperando que ella entre en nuestra habitación con su sonrisa como siempre, este año será realmente difícil para todos, ella había dejado su marca en cada uno y eso era difícil de superar. Es tan difícil ver cómo todo sigue su rumbo; como todos la olvidan, otros ni siquiera la conocían, pero aquí estamos siguiendo esta vida patética como si nada hubiera pasado. Las clases terminaron de forma habitual, pero aun así no faltó el gracioso que dice algún feo comentario y se burla del dolor ajeno. (Un año después), hoy nos volvimos a encontrar todos sus amigos aquí frente a su tumba, hoy es su primer aniversario; así que todos decidimos venir una vez más para recordarla, su alegría, su sonrisa; su esponta
Contábamos el uno con el otro en todo momento y él había sido fiel a su promesa de no tener ningún secreto, nos contábamos absolutamente todo, él; junto a Matt y los otros habían retomado su antigua vida, defendiendo la zona; a su gente y manteniendo su grupo unido siempre. Mi adorada amiga Lupe aún guardaba sus sentimientos para ella misma, sin decir palabra alguna a Pablo, nunca la dejé sola; siempre estuve para ella y ella para mí. Más de una vez volví a tocar ese tema con ella y siempre tuve la misma respuesta: “Aún no es el momento y no creo que este llegue”. Una vez al mes íbamos juntos a dejarle nuevas flores a Fernanda y a la abuela, le contábamos lo que pasaba en nuestra vida y les pedíamos a ambas que nos cuidaran desde donde estén. Desde que la perdimos ya no somos los mismos, ella estudia más que nunca, buscando ocupar su tiempo al máximo posible. Habíamos hecho una nueva amiga, Luisa se había vuelto parte de nuestro grupo y el de Matt, no era una mala chica; al c
(Al otro lado del océano) —¡Señor!, ¡por favor venga! — la cara de asombro de la enfermera que tranquilamente cambiaba las telas de su cama comenzaba a dar brincos y a llamar de forma desesperada a su patrón al notar cómo esa bella mujer volvía a abrir los ojos lentamente. Él entró asustado en la habitación y lo primero que hace es preguntar — ¿Qué pasa? La enfermera lo mira y levanta su mano apuntando hacia la cama, él sigue sus movimientos y por fin se percata de que ella está despertando, se acerca a la cama suave para no asustarla y con la voz tranquila y serena por fin habla, — Hola pequeña, ¿puedes oírme? Ella, adolorida, confundida; con la boca seca, intenta vocalizar algún sonido, abriendo sus labios lentamente; pero nada, — Tranquila, no te esfuerces, ya habrá tiempo para que puedas hablar. En sus ojos puede ver la confusión que la joven siente en ese momento, mira a la enfermera y le pide que llame al médico con urgencia, luego vuelve a mirar a la joven qu
Caminando apurada por la uni, no pude evitar notar un rostro conocido sentado en una esquina de la cancha; con un aspecto muy deprimido. Tenía los codos apoyados en sus rodillas y su cabeza agarrada firmemente entre sus manos, sabía que si me detenía llegaría tarde a clases, pero mi corazón era muy insistente; si lo veía mal, me obligaba a detener mi camino y sin darme cuenta ya estaba parada frente a él. —Emm hola, ¿te encuentras bien? — con voz muy sutil hice mi pregunta. Él al escucharme levantó su mirada hacia mí y luego respondió, — Hola Lupe, tranquila; estoy bien. Su respuesta me sonó falsa por todos lados. Su rostro demacrado; su mirada perdida, el verlo alejado del resto; sin una sonrisa rebosante de vida, dejaba muy en claro que algo estaba mal. Suspiré profundamente y luego me senté a su lado, apoyando mi mochila en mis rodillas, — No me mientas, si no quieres decirme qué te pasa está bien; pero somos amigos hace años y te conozco, sé que algo está mal. Él
(Al otro lado del océano) William volvió a mirarme seriamente, — Antes de responder cualquiera de tus preguntas tienes que prometerme una cosa— asentí con la cabeza y dejé que prosiguiera, —Te responderé dos preguntas por semana. Cuando quise protestar, él me pidió que hiciera silencio y continuó hablando, — Responderé todas tus dudas, pero dos preguntas a la vez; a medida que te vayas mejorando, te irás enterando de todo poco a poco, ¿está bien? Dado que no iba a ceder por más que insistiera, terminé aceptando el trato, — Bueno, escucho tu primera pregunta. Luego de pensarlo seriamente pregunte, — ¿Por qué no recuerdo nada, ni siquiera mi nombre? Él se acomodó en su asiento para luego responder, — Hace dos años y medio, tuviste un accidente; producto de él, quedaste en coma. Por esa razón perdiste la memoria y tu nombre es Fernanda— por fin encontraba una respuesta, sabía mi propio nombre, — ¿Qué relación nos une, acaso somos familia o amigos? — Bueno
— Renata. Ella seguía caminando enfurecida, ignorando por completo que la estaba llamando, ya llevábamos más de una hora caminando y yo seguía sin entender a dónde se dirigía, — ¿Renata puedes parar? — ya me estaba cansando de seguirla, — Deja de seguirme Matt. — ¿Puedes decirme a dónde vas? — esa chica comenzaba a resoplar, hasta que paró por completo sus pasos, —¿Acaso no es evidente que busco a Dilan? — me dijo con rabia, — Pues lamento informarte que no creo que lo encuentres. — ¡Entonces lo buscaré hasta que aparezca estoy demasiado enojada! Nuevamente, saqué un cigarro, lo encendí y luego de sacarlo de mi boca, volví a prestarle atención al huracán que tenía enfrente, — Vale, está bien, si tanto quieres encontrarlo te ayudaré. De nuevo comenzamos a caminar, pude notar como ella se calmaba, gastando energía; a tal grado que ya había vuelto a meter su navaja favorita en su bolsillo. (En el merendero) El teléfono de Jesua comenzó a sonar, la llamada e
(En el hospital) Ya ha pasado una hora y media y nosotros tres seguimos aquí sentados como bobos mirando esa puerta que no termina de abrirse. La cara de impaciencia de mis amigos se hace cada vez más evidente, la señorita a mi lado ya ha dejado varias marcas en la pared con la punta de su navaja. Por otro lado, la otra persona, a mi lado contrario, ya no tiene uñas que comerse y yo no puedo evitar querer irme a fuera y fumarme un cigarro. — ¿Familiares del paciente Dilan? — pregunta el doctor con calma, — ¡Sí!, somos nosotros. — Bueno, quiero informarles que por suerte está fuera de peligro, si bien ha recibido muchos golpes, ninguno ha afectado a sus órganos internos. Pero por precaución lo dejaremos internado esta noche y si todo está correcto mañana en la tarde podrá ser dado de alta, pero deberá permanecer en reposo una semana en su domicilio— nos informó sin apuro, — ¿Podemos pasar a verlo, doctor? — la voz impaciente de Renata nos sorprendió mucho a Jesua y a mí,