—Ali… Ali… m*****a sea, es él… es él… —¿Qué? —Alison se giró de golpe entre despistada y asustada por el llamado de su amiga y compañera de trabajo Emma, sin saber que Cristopher Koch estaba llegando al ascenso especial, que solo él y su familia usaban cuando venía a la empresa. Todo estuvo mal en esta mañana para Ali; desde que se levantó tarde, hasta cuando trajo los cafés equivocados para sus jefes, los hombres que más odiaba porque eran unos malditos abusadores con los trabajadores de limpieza. Por supuesto, solo dio una sonrisa cuando dijeron que el late de vainilla no era para machos como ellos, y que se apresurara por unos cafés sin azúcar, y bien cargados, haciéndola ir cinco cuadras de ida y otras de venida, en menos de diez minutos. Porque si esto no sucedía, le recargarían de más trabajo y, por lo tanto, ella saldría mucho más tarde de su carga horaria. No tenía que estar en este momento frente al ascensor privado del magnate con el que fan
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