Capítulo 1

El corazón de Alison retumbaba con fuerza totalmente conmocionada por lo que estaba viendo.

No pudo evitar llevar sus manos a sus pechos, que eran dos veces más grandes que los suyos, y sintió en el tacto una sensación extraña cuando se dio cuenta de que la silicona invadía la carne que tocaba.

Comenzó a registrar sus brazos, sus piernas más flacas que las de ella, y una cintura que incluso le daba miedo respirar profundo por lo pequeña que era.

Definitivamente, no era su cuerpo, porque a pesar de que este era hermoso, amaba el suyo, que era de más atlético, y unos centímetros más alto.

Sus ojos se aguaron cuando tocó el cabello rubio en mechones dorados y marrones, que solo llegaba hasta sus hombros y que era un poco áspero al tacto. Jamás en sus 20 años de edad había tinturado su cabello, y muy pocas veces lo cortaba porque le encantaba como caía de cascadas por su espalda.

Tembló un poco cuando su rostro volvió al espejo y vio a Jane, la prometida de Cristopher Koch, a través de sus ojos, y luego trató de llevar su mano atrás para tocar el banco que se situaba detrás de ella.

Se sentó con cuidado mientras metió la cabeza en sus dos manos y luego comenzó a susurrar en voz baja como cuando estaba extremadamente nerviosa.

«¿Qué estaba pasando? ¿Tenía que ver esto con el juego y los deseos de ayer?»

Me puse de pie de golpe y recorrí la habitación para darme cuenta de que había una puerta corrediza. Fue rápidamente hacia ella y al abrirla, los rayos del sol impregnaron su visión, pero Alison se repuso abriendo la boca tanto como pudo cuando se dio cuenta de que estaba en un piso altísimo, y la vista de la ciudad de New York parecía una fantasía ante sus ojos.

—Definitivamente, estoy en el cuerpo de esa mujer… pero, ¿Cómo fue posible esto?

De un momento a otro, Alison escuchó nuevamente ese sonido que la despertó minutos antes, y se apresuró a regresar a la habitación para comprobar que, en una mesilla blanca, hermosa y refinada, cerca de la enorme cama, un teléfono móvil vibraba y timbraba a la vez.

El número era desconocido en la pantalla, pero por alguna razón, su corazón insistió en que tomara la llamada.

—A… Aló… —hubo un silencio corto, y luego, escuchó esa voz.

—¿Quién eres? —Alison estaba segura de que era Jane, y se apresuró por responder.

—Yo… Señorita Jane…

—Espérame ahí… no te mueves de mi habitación… ¿De acuerdo?

—De acuerdo —respondió Alison un poco asustada, y luego escuchó como la llamada finalizó en tonos apresurados.

Puso cuidadosamente el móvil caro en la mesilla y se quedó sentada en la cama mirando a su alrededor.

«¿Tendría Jane su cuerpo como ella el suyo?» se preguntó con incredulidad mientras sus manos, con uñas pintadas de color rojo, temblaban más de lo que ella podía controlar.

«¿Como en un mundo como este, podía suceder una cosa como esta?» Alison estaba en un trance en el que no podía salir, y solo cuando escuchó un tintineo se dio cuenta de que había estado mucho tiempo allí sentada sin hacer otra cosa más que temblar.

Se levantó de golpe, quedándose en el mismo sitio, y luego vio esa puerta abrirse para tener un choque mayor que el primero.

Alison Fox estaba frente a ella, aquella ropa con la que se durmió en la madrugada estaba puesta, tenía sus mismos pequeños aretes, y su cabello, aunque algo despeinado, estaba intacto como ella lo solía tener.

Todo estaba allí, a excepción de su alma que ahora reposaba en otro cuerpo. Sin embargo, algo en su mirada era diferente que cuando estaba frente al espejo todas las mañanas. Su cuerpo fuera de sí, dio pequeños pasos, lentos y calculados alrededor de ella, mientras su cara mostraba una expresión asustada.

—Yo…

—¿Qué hiciste? ¿Quién eres? —Preguntó Jane deteniéndose frente a ella, mientras Alison negó.

—Yo, no lo sé…

Jane restregó su rostro como si estuviera pensando y luego tomó un banco blanco cerca de la cama ante la desesperación, algo controlada.

—No creo que esto sea por lo de ayer… —susurró la mujer, pero Alison pudo escucharla.

—¿Qué pasó ayer? —preguntó sentándose en el borde de la cama tratando de estar en la misma altura.

Jane se giró de golpe y le echó una mirada de orgulloso y de un tono humillante que Ali jamás vio en su propio rostro.

—¿Cómo me conoces? ¿Por qué me pareces familiar?

Alison negó de inmediato.

—No creo que me conozca, pero…

—¿Pero? —Jane se puso de pie cruzándose de brazos y Alison la siguió.

—Trabajo en Koch Inc. Yo… la he visto un par de veces…

—¿Qué trabajo cumples allí? ¿Asesora? ¿Administración?

Las mejillas de Ali se tiñeron de rojo, aunque no le avergonzaba tener un trabajo de limpieza, administración siempre fue el deseo de sus sueños laborales.

Pero, por supuesto, había crecido con las posibilidades nulas. Desde que tenía conciencia había crecido en un orfanatorio, donde su familia se resumía a veinte personas entre niños y adultos, que acompañaron su niñez hasta que cumplió la edad suficiente para no calificar en el lugar.

Así que, Blanca, una de las encargadas, se la recomendó a una mujer mayor para que sirviera y ayudara en los trabajos del hogar.

A sus 15 años, Alison llegó con una sonrisa cargada de entusiasmo, a una casa de la que quiso huir desde el primer día.

No fue hasta sus 19 años que conoció a Emma, donde la enviaron a una convención de un hotel y requirieron más personal que de costumbre, cuando ambas chicas se conocieron y congeniaron a la perfección.

Vaciar sus tragedias con Emma, fue su única salvación, y ni lo pensó dos veces en irse de esa casa oscura cuando su amiga le ofreció el pequeño apartamento para quedarse en un tiempo indeterminado.

Todo pareció más fácil desde ese momento, pero sus ganancias nunca serían suficientes como para estudiar, y menos, cuando no tuvo la oportunidad de llevar sus estudios de manera ordenada a lo largo de su niñez.

Un chasquido de dedos la hizo salir de sus recuerdos, y ahora era como si un espejo estuviera delante de ella. Se sentía demasiado extraño que estuviera teniendo una conversación con una Alison totalmente diferente.

—Pertenezco al personal de limpieza…

Jane pareció palidecer, y luego se sentó de manera abrupta.

—¡Oh Dios…! Esto no es posible. ¿Qué estoy pagando? ¿Qué?

Alison se sentó de nuevo con cara de tragedia.

—Señorita, Jane, es mi culpa… Todo esto… —pasó la mirada por su cuerpo de mentiras y luego por el suyo que estaba en su frente—. Todo ha sido mi culpa…

Jane puso sus dedos en la sien mientras la masajeó y luego negó.

—Es imposible de pensar o creer, pero puede ser por lo de anoche…

Ali volvió a fruncir su ceño, pero sabía que la mujer iba a continuar con algo que estaba por decir:

—Fumé algún tipo de alucinógeno… Ya sabes lo que está de moda… lo aspiré aquí en mi alcoba mirando las estrellas… estaba estresada, y triste…

Alison la observó extrañada mirando hacia alrededor y se preguntó: «¿Qué tipo de tristeza podría tener una mujer como ella?»

—Vi una estrella y entre la droga, y mis emociones, pensé en pedir un estúpido deseo… —Jane negó sonriendo

—¿Puedo saber qué pediste…?

—Pedí ser otra persona… quería desaparecer…

Un trago duro pasó por la garganta de Ali, mientras la miraba a los ojos, que era lo único que no era de ella en ese cuerpo.

—Eso es menos creíble que ver nuestros cuerpos en otra persona. Tienes una vida estupenda… cualquiera desearía ser tú…

Jane río con ironía.

—No sabes nada de mí…

—Pero…

—¡Ya basta! Debemos solucionar esto…  Tengo una cena muy importante esta noche…

Ali asintió colocándose de pie, intentando contar su parte para poder solucionar el asunto. Dio gracias de que era fin de semana, y que esta mujer rica, no tuviera que ir a su empleo, si es que lo hacía, porque de lo contrario estaba muerta, y totalmente desempleada.

—Señorita, Jane… sé que no quiere oír nada de mí, pero si queremos solucionar este… problema… —miró de nuevo su pijama de seda y luego volvió al frente—, usted tiene que escucharme porque también pedí un deseo anoche…

Eso, definitivamente, captó la atención de Jane, quien la escudriñó.

—¿También deseaste ser otra persona? —Alison negó—. ¿Qué pediste?

Tragando de forma ropa, sintió un calor sofocante.

—Estaba con mis amigas…

—Me di cuenta del desorden… ese lugar era horrible…

—Todo iba bien hasta que… una compañera —trató de evadir su nombre, no quería involucrar a nadie en este asunto, además de que Jane Ambani parecía ser de esas personas que podían hundir a cualquiera si así lo quería—. Nos invitó a jugar un tablero… ella está obsesionada con los juegos…

—Ve al grano… —intervino la mujer mientras ella se ponía más ansiosa y apretaba sus manos ajenas.

—Debíamos pedir deseos, y nuestra copa se llenaba de un polvo mágico… los dados me habían favorecido en ir más delante de la meta, y cuando di un par de seis, yo… pedí el deseo que creo que me trajo hasta aquí…

Por un momento se hizo un silencio cargado de tensión, y por primera vez, Alison pudo notar el rostro preocupado de Jane.

—¿Cuál fue tu deseo?

—Lo siento mucho, señorita Jane…

—¡Dilo, m*****a sea! —Jane parecía más enojada de lo normal y a Alison solo le quedó susurrar.

—Deseé… ser usted…

La mujer retrocedió dos pasos con incredulidad, y luego se tapó la boca mientras negaba.

—Esto tiene que ser una broma… —se rio eufórica sin dejar de negar con la cabeza una y otra vez—. Esto es…

Jane se giró de repente mirando su cuerpo con escrutinio y luego de forma rápida se fue al gran espejo que había en la habitación.

Alison comenzó a preocuparse cuando la mujer se comenzó a quitar la ropa y empezó a revisar las partes de su cuerpo con atención.

—¿Qué? ¿Qué está haciendo? ¡Por favor! —pidió Alison, hasta que su cuerpo quedó en ropa interior y la mujer no hacia, sino sonreír.

—¿Haces ejercicio? Tienes buen cuerpo…

Ella asintió mientras sus mejillas se teñían.

—Camino mucho…

—Tienes un rostro bonito… ojos grandes, cabello… ¿Natural?

Ali volvió a asentir en respuesta.

—Me gusta… realmente eres bonita… pechos algo normales, pero firmes, una cintura mediana, pero dura… —ella palmeó su estómago rudamente, lo cual hizo saltar a Alison—. Y buenas piernas… tonificadas… yo odio el gimnasio…

—¿Qué cree que podamos hacer? —preguntó Alison sacándola de su inspección, pero Jane solo la miró a través del espejo.

—Esto ha sido tu culpa, así que no me mires como si yo debiera resolver todo… Pero, podemos hacer acuerdos.

—¿Acuerdos? —ella se sentía ahora realmente asustada.

—Sí, tú me ayudas, yo te ayudo…

—¿En qué podría ayudarla yo?

Jane se giró mirándola como si fuese una tonta y luego negó.

—Pareces demasiado inocente. ¿Cuántos años tienes?

—Veinte…

—Bien, yo tengo veinte cuatro, mucho más experimentada que tú, por lo que veo. Pero tenemos que solucionar esto hasta que llegue de nuevo la noche, parece que es coincidencia de deseos. Pero mientras… no podemos separarnos. Buscaremos este juego tuyo… y vendremos aquí cuando finalice la cena…

—¿Cena? ¿Yo debo asistir contigo?

Jane torció los ojos hacia arriba, y luego volvió a masajear su sien. Parecía tenerlo por costumbre. Como una maña.

—¿Acaso crees que debo ir yo, con tu cuerpo? Y decir, ¡Ah, no vean mi cuerpo, solo escuchen mi voz! ¡Soy Jane Ambani! ¡Oh, no es verdad! ¡Mi voz suena como la tuya!

Alison dio dos pasos un poco derrotada, sabiendo que no podía hacer nada más que seguir con el plan.

«Serían solo unas horas, ¿verdad?» Se preguntó mientras levantó su rostro, e hizo una última pregunta:

—¿Es una cena de negocios?

—Por supuesto que no… Esta noche cenaré con la familia de Cristopher… mi prometido, pero no creo que lo conozcas…

Esta vez, Alison se sentó, y trató de contar hasta diez, como lo solía hacer para controlar su respiración…

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