Mientras él considera sus opciones, yo me permito, aunque sea por un momento, abandonar internamente mi postura de "asesina seria" y dejarme ser la chica de veintiuno que físicamente soy y admirar, disimuladamente, al espécimen de chico que tengo frente a mí. Me guste admitirlo o no, él tiene algo... No sé cómo explicarlo, que me atrae. Es sexy, sí, casi todo lo que me gusta de un hombre, lo veo en él, y tiene un aura que no puedo descifrar todavía, pero que me resulta intrigante. Y eso, precisamente, es lo que lo hace peligroso. Cuando la intriga tiene siquiera un espacio, las preguntas empiezan, el interés se acumula y la mente divaga, haciendo que uno pierda el enfoque que necesita para, en mi caso, cumplir con mi trabajo. Los líos adolescentes no son algo útil para alguien como yo, y sé perfectamente todo eso, no obstante, aquí estoy, observando a un chico sin qu
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