Marco Desperté por el sonido del timbre, ¿quién, ¡diablos!, se atrevía a molestar? Me incorporé, estaba solo en la cama, me puse la bata, las puertas de la recámara estaban cerradas, quizá Sara se bañaba. En la sala, tomé mi celular y vi las múltiples llamadas de Daniel, recordé que iba camino a abrir la puerta. Daniel se encontraba fuera. — Llame varias veces, pero al no contestar decidí venir — me dijo, no lo deje pasar, regrese al baño, la puerta estaba abierta, en la sala no estaban las cosas de Sara. — Ya puedes entrar — lo llamé. — ¿Qué haces aquí? — le cuestione. — Traje el contrato de confidencialidad y lo usual — respondió, lo vi como si fuera tonto. — Esto no aplica a Sara, ¿O modificaste el nombre? — Por supuesto, no tendrá validez legal, pero tendría un poder disuasivo, como lo hace en la mayor parte de los casos — solo negué. — No será necesario, como puedes ver, he sido abandonado, no me he enterado de cuando se escabullo. Me entrego el cambio de rop
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