Capítulo 16. Dudas.
Elizabeth Collins —¿Cómo lo permitiste? ¿Cuándo vas a dejar de ser tan tonta, amiga? —Ale no ha hecho otra cosa que recriminarme el que no haya reclamado a Víctor lo de Marcela durante todo el camino hasta la empresa. —Esto es el colmo, ese hombre es un infeliz. Viene en semanas, ¿Y te llama Marcela cuando te hace el amor? —Estaba ebrio, Ale. —¡Ay que bonito! Encima lo justificas —resopla cruzándose de brazos. —No lo estoy justificando, sé que está raro, pero realmente estaba ebrio, pudo haberse confundido de nombre —me rasco la cabeza al ver que hace ademanes con las manos. —Está mal, lo sé, pero no tuve el valor para preguntarle. —¿Y preferiste salir huyendo como una ladrona en plena madrugada? —No salí huyendo, Ale. Él estaba dormido, yo tenía que pasar por casa para cambiarme para venir a la empresa, es todo. Entramos a la cafetería que está cerca para llevarnos nuestro desayuno, ya que venimos retrasadas.
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