Cap. 33
—Señorita… no tenemos tiempo. —Carraspeo al llevar su mano a su boca, y ella se giró secando sus lágrimas, que fueron solo algunas.— ¡Dígame señor Sánchez! —Respondió al mirarlo, quedando perplejo el trigueño de unos ojos tan verdes; como lindos, además de las pequeñas pecas que adornan sus pómulos.—Primero que nada le debo una disculpa solo soy un guardaespaldas, que sigue ordenes de su jefe y sé que mantenerla cautiva, no es legal en nuestro país, pero mi jefe cometió el error de…—De equivocarse de persona, lo sé y por lo otro ya nada importa; solo quiero ir a casa. —Lo interrumpió, logrando que el pelinegro asienta.—Tienes razón y sé también, que su nombre no es Vega; sino Alba Ward. —Aclaro, dejándola sorprendida.— ¿Cómo lo supo? —Agrego, en voz baja mirando a todos lados.—Digamos que esa información no sé la puedo decir yo, habrá otra persona que lo haga por mí, solo confórmese con saber, que mañana será libre y para eso debo contar con que usted; sea muy precavida y más co
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