Al ver el timbre del lado derecho, pulso el botón obteniendo un sonido de campana que a más de uno le agradaría seguir oyendo; pero Izan descarto la idea cuando fue abierta la puerta por el personal de servicio en este caso una sirvienta que al verlo le dio una sonrisa picará, que el caballero ignoro pasándole por un lado como oír el bufar de la chica. Comenzó su recorrido por la casa, hasta llegar al despacho de su Padre, solo que no vio a nadie allí; eso lo hizo pensar en donde podrían estar, hasta que la ama de llaves le pasa por un lado con una cesta de ropa, enseguida Izan la detiene.— ¿Sabes dónde están mis Padres?— Pidió saber. La mujer de cabello castaño y ojos grises, de una edad adulta le respondió.—En la habitación del bebé, hoy fue su primera vacuna. —Explico, dejando que el rubio asintiera, dejándola seguir en sus labores. Al momento se tocó la nuca, para aligerar el estrés de los últimos días, sin contar con la aparición de esa mujer en su país, pero la grat
—Sánchez, sácala y la llevas al comedor; no sin antes buscar que se asee su cuerpo. —Ordeno, dándole una última mirada a ella que estaba en su lugar sin emitir nada en sus ojos, que cada vez ponían inquieto al hombre.—Enseguida señor. —gesticulo, pidiéndole con la mirada a la pelirroja que se pusiera de pie, cosa que así lo hizo. Por lo tanto Alba camino con algo de nervios; por los pasillos que poco vio el día anterior estando cubierto sus ojos, era imposible de conocer en donde se encontraba hasta que giraron a otro pasillo con puerta bien pulidas y cuadros de pintores increíbles, cosa que ignoro para después de cinco minutos encontrarse afuera de una puerta, que al abrirla descubrió; que era un baño con una ducha al fondo y todo lo que pudiera necesitar para ella asearse.—Úselo con prudencia y solo tendrá una hora no más, además el ama de llaves llegara, para entregarle las prendas que usara. —Informo, donde Alba asintió a cada palabra. En el instante que Sánchez se da med
—Saludos Padre.—Hola hijo… como vas pasando, tú momento de soledad.—Digamos que intentándolo, ¿Cómo esta Mamá y Lucero? —Ellas se encuentran excelente, tuvimos una noche animada con el llanto de Lucero. Eso le robo una sonrisa a Izan, que se mantuvo recordando; cómo sus Padres trataban de dormir.—Bueno; eso es solo el inicio Padre.—Dímelo a mí, que trato de entenderlo todo los días hijo.—Cuéntame; seguro no me llamabas solamente para eso Padre.—Cierto. Lo que vengo a decirte, es que mañana tenemos una cena importante con uno de nuestros socios de Rusia y es necesario, que cierres el acuerdo con tu asistente, porque no podré estar ahí, iras en mi representación.—Entiendo Padre, solo puedo decirte que allí estaré, mándame la reservación y lo demás lo haré; es seguro que Ortencia; tendrá preparado los documentos para el cierre. —Efectivamente yo mismo mande a mi secretaria, que se los entregará hoy.—Perfecto. ¿Algo más Padre?—No. Nada más hijo, espero estés tomando el desca
*** Del lado oeste de la ciudad de Londres las calles estaban iluminadas por cada rincón, tanto que las franquicias como tiendas seguían abiertas para el público que salió a divertirse o algunos visitar a sus familiares cercanos, pero un restaurante en específico, único y de categoría elegante con un toque hogareño, en una mesa apartada del público se encontraba Darío algo inquieto y serio vigilando la puerta doble, esperando que llegue la persona que le traería las respuestas que necesitaba para salir de dudas y a su vez ir por ella. Pudo notar; el mantel en color rojo, con unos individuales en color blanco haciendo contraste con el centro de mesa con las flores nativas de Francia, miro nuevamente alrededor, dándose cuenta que había como siete mesas llenas con familias u otros en pareja disfrutando la velada, apenas la noche estaba cayendo pero el tic tac en su reloj costoso le indicaba que pronto perdería la paciencia de tanto esperar. A todo esto, no previo que el sonido
… En medio de la madrugada el cuerpo tambaleante de Izan, se puso de pie en su despacho, había perdido la cuenta de cuantas veces ingirió alcohol; tanto que las cuatro botellas yacían en el suelo, como pudo se quitó el saco; quedando solo en su camisa blanca, dejando dos botones desabrochados el tiempo se le había ido y con ello el trabajo, que se acumuló en dos semanas en las que no estuvo de lleno. Por consiguiente; comenzó a caminar con algo de torpeza se tocaba el cuello y los brazos por tanto tiempo que duro sentado en una sola posición.— ¡Mierda! —Objeto por lo bajo, habiendo pasado el pasillo con algo de cautela, tratando de no llevarse nada en el camino. En cuanto llego al pie de las escaleras, se dio cuenta que el personal estaba descansando, ya que se encontraba solitaria la casa, apretó los parpados y decidió continuar subiendo los escalones con algo de torpeza, y así fue hasta llegar a la segunda planta el pasillo este era donde su dormitorio lo tenía cerca al final d
—Señorita… no tenemos tiempo. —Carraspeo al llevar su mano a su boca, y ella se giró secando sus lágrimas, que fueron solo algunas.— ¡Dígame señor Sánchez! —Respondió al mirarlo, quedando perplejo el trigueño de unos ojos tan verdes; como lindos, además de las pequeñas pecas que adornan sus pómulos.—Primero que nada le debo una disculpa solo soy un guardaespaldas, que sigue ordenes de su jefe y sé que mantenerla cautiva, no es legal en nuestro país, pero mi jefe cometió el error de…—De equivocarse de persona, lo sé y por lo otro ya nada importa; solo quiero ir a casa. —Lo interrumpió, logrando que el pelinegro asienta.—Tienes razón y sé también, que su nombre no es Vega; sino Alba Ward. —Aclaro, dejándola sorprendida.— ¿Cómo lo supo? —Agrego, en voz baja mirando a todos lados.—Digamos que esa información no sé la puedo decir yo, habrá otra persona que lo haga por mí, solo confórmese con saber, que mañana será libre y para eso debo contar con que usted; sea muy precavida y más co
… Con el pasos de la horas, la tarde llego y con ello el trabajo finalizo, para Alba que había limpiado los jardines y como también regar las plantas que tuvo el placer de conocer, había muchas sobre todo las petunias casi no sé daban en su tierra, pero justo la mansión donde esta cautiva crecen con mayor fuerza, su sonrisa se ensancho que decidió terminar recogiendo los implementos que uso, para dejarlos en un invernadero, que sirve para guardar los instrumentos de jardinería. Habiendo colocado todo a detalle, sin faltar nada fue interrumpida por la voz de la Sra. Betania que ella no tuvo más remedio, que respirar hondo y girarse sobre sus pies para encararla.—Hiciste el trabajo Usurpadora. —hablo ofendiéndola, pero ella decidió no discutir, seria perder el tiempo.—Sí señora. —Respondió, manteniendo su rostro lleno de seriedad.—Por lo menos… ahora ve a la cocina tú comida esta lista y no quiero quejas al respecto. —Aclaro con dureza, pero Alba decidió caminar, para ir en busc
Para la mente de Darío le era difícil olvidar esos labios, los que solo probo una vez y siente que necesita más; para saciar su ser; al cambio sus ojos verdes tan brillantes y con un fulgor indescifrable, lo tienen perdido; sin nada que le permita mirar a otro lado, porque siempre esos ojos, vuelven a invadir su mente nublando su visión por duro que sea, de solo pensarlo dio un golpe sobre los azulejos de la pared, como morder sus labios, levantando el rostro y fijar sus ojos celestes, sobre su puño sellando una promesa.—Volverás a casa Alba eso te lo aseguro, solo espero me permitas estar cerca de ti. —determino; al girarse sobre sus talones y salir de la ducha, habiendo cerrado el grifo antes y tomar la toalla envolviendo su cintura.… Sin embargo; desde otra habitación algo deteriorada Alba esperaba sentada en el mullido colchón con algunos resortes, que se sienten al estar acostado o sentado; algo a lo que ella no le dio importancia, manteniendo sus manos juntas como respirar