CAPÍTULO 57. EPÍLOGO.
Otra vez estaba allí, en el altar, esperando a la mujer que amaba, la primera vez que se casó con ella fue un acto de despecho, según él para tratar de olvidar a quien creía era su verdadero amor, sin saber que el destino tenía algo mejor preparado, porque lo estaba premiando al poner en su camino a la mujer de su vida, cuyos sentimientos por ella no podían ser comparados con ninguno, porque simplemente Gálata y todo cuanto representaba en su vida, era único.No obstante, hoy todo era muy diferente, al punto de no poder contener esa profunda emoción que se agitaba en su interior como las hojas al viento, todo valió la pena, cada momento de angustia y de separación sirvió para escudriñar en sus sentimientos y descubrir que no existía más nadie en el mundo a quien amara, sino a su bella y pequeña esposa, su Gálata Ferrari, la mujer que lo hizo volver a v
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