—Sí —sentenció Elba—. Aquí están las llaves de mi coche y estas son las llaves de la empresa. Vicente va para allá. No empieces a poner objeciones y ve a esperarlo. Yo llamaré a seguridad para que te dejen entrar. Ernesto me ha dicho que no interfiriera, pero no puedo hacerme a un lado mientras veo que dos amigos, por ser tan obstinados, destrozan sus vidas. Para asombro de Elba, Sofía obedeció, y quince minutos después, llegaba frente a la empresa, no hubo problemas con los de seguridad, ya la esperaban y la dejaron pasar. Era extraño caminar por los pasillos desiertos y las oficinas a oscuras, no se había dado cuenta, pero extrañaba ese lugar. Sintiéndose como un ladrón, entró en la oficina de presidencia y miró a su alrededor con interés, tenías tantos recuerdos en ese lugar. Sofía se sentó en un sofá, al lado de una estantería. Estaba muy nerviosa y temía que Vicente se disgustara por encontrarla en su oficina. Elba le había dado tiempo para cambiarse de ropa, pero sabía que su te
Leer más