—Gracias, señora Petra. Cuando lleguen hágalos pasar a la sala, por favor. —Los invocaste Marta, y tú preguntando por ellos. Cuando llegaron, María estaba radiante con su embarazo de cinco meses. Ella e Ignacio, tomados de la mano, traían una hermosa muñeca de trapo. —¡Hola a todos! Perdón por llegar tarde, pero el tráfico está pésimo a esta hora. —después de los saludos, María preguntó. —¿Dónde está la bebé? Ya quiero verla. Le trajimos este presente a tu bebé. —Ya la vi, gracias ¡Me encantan las muñecas de trapo!... Elba, por favor, acompáñalos al cuarto de la bebé. Disculpen que no me levante, pero estoy hinchada y cansada. —Tranquila amiga te entiendo. —dijo María—a mí también se me hinchan los pies. Dentro de poco tomaré mi reposo. —¿Cómo te has sentido? —le preguntó Sofía. —Aparte de las náuseas, todo va según lo previsto. —¿Cómo está todo en la empresa? —le preguntó Sofía. —Todo sobre ruedas, que puede salir mal sin el gran jefe está al frente. Se te extraña señora V
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