Viaje sin retorno. Parte 2.
—Ustedes quienes se encargarán de él, y ¿que yo esté lista para qué? —. Me estremezco al sentir el tacto frio de la anciana. —Eso no importa solo has lo que he dicho o él te encontrará, solo hecha una pequeña gota en cada esquina de tu casa y en tu cuerpo, te lo pones como si fuera colonia, me entendiste—. Niego y luego asiento. —Si te entendí, ¿quién eres, por qué haces esto? —. Lleva una mano a mi mejilla y la acaricia. —Eres hermosa—. La miro a los ojos, pero estos están todos negros, no tiene nada blanco, me parecen reconocidos, no siento miedo. —Gracias yo guardaré esto—. Agacho la cabeza y cuando la levanto ya la señora no está, la busco con la mirada, pero solo veo a niños corriendo por todos lados, esto es extraño, ¿cómo una anciana podría desaparecer así? ellos no son tan rápidos. Me levanto y voy donde están mis padres, no les platico nada, solo me siento en medio de ellos y comemos. Al caer la tarde regresamos a casa, voy a mi habitación me ducho, busco mi ropa que usa
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