Cierro la ventana y me acuesto cayendo en un sueño profundo. Sueño. Estoy en un bosque verde, los árboles se ven altos y frondoso, no sé dónde estoy, de pronto se me aparece una mujer de cabello tan amarillo como la luz, su rostro iluminado por una luz que enceguece, no la puedo mirar, su vestido es plateado y largo, me tiende la mano, la tomo como si confiara en ella y me lleva a una hermosa laguna donde la luna resplandece. —Me equivoqué al darte como mate a Roberto, pero remedia re mi equivocación y te daré otro amor—. —No quiero otro amor, no creo poder confiar en otro hombre—. —Lo sé, pero él tendrá que ganarse tu confianza y tu amor sé que lo hará—. —Si lo rechazo, ¿que pasara? —. —Su descendencia perecerá al igual que pasará con la de Roberto si decides acabar con esa vida, con mi hijo—. —¿Como sabes eso? —. —Lo sé todo Emily, quiero que tengas a ese niño que llevas en tu vientre, sé que ya tomaste tu decisión y quiero que recapacites de ella, él no tiene culpa de nada
Narra Emily. No sé por qué mis padres le dan vuelta al asunto del viaje es exasperante, no veo por qué la intriga acaso quiere redobles de tambores y todo eso. Mi madre suspira y me mira. — Mi amor antes de decirte cuando te vas quiero decirte que me perdones por no estar a tu lado, yo debí hacer algo más para protegerte si no hubiera pasado lo de tu papá nada de esto estaría pasando—. Niego. —Mamá yo no tengo nada que perdonarte, tu ni papá tienen culpa ni siquiera yo—. Tomo su mano, el único culpable es el perro sarnoso. — Aun si todo aquello no hubiera pasado, él me hubiera hecho esto—. Me duele verlos así y que yo no pueda brindarle alguna emoción. —Esto es solo mi culpa si yo te hubiera dicho todo no hubieras pasado por esto—. Cierro mis ojos, los abro y los miro. —No papá, si hubiera sucedido, ni tú ni nadie lo hubiera podido evitar, les pido que no se culpen por esto—. Les digo sintiendo un nudo en mi garganta. — Ya tengo suficiente con saber que llevo un hijo de ese maldit
—Ustedes quienes se encargarán de él, y ¿que yo esté lista para qué? —. Me estremezco al sentir el tacto frio de la anciana. —Eso no importa solo has lo que he dicho o él te encontrará, solo hecha una pequeña gota en cada esquina de tu casa y en tu cuerpo, te lo pones como si fuera colonia, me entendiste—. Niego y luego asiento. —Si te entendí, ¿quién eres, por qué haces esto? —. Lleva una mano a mi mejilla y la acaricia. —Eres hermosa—. La miro a los ojos, pero estos están todos negros, no tiene nada blanco, me parecen reconocidos, no siento miedo. —Gracias yo guardaré esto—. Agacho la cabeza y cuando la levanto ya la señora no está, la busco con la mirada, pero solo veo a niños corriendo por todos lados, esto es extraño, ¿cómo una anciana podría desaparecer así? ellos no son tan rápidos. Me levanto y voy donde están mis padres, no les platico nada, solo me siento en medio de ellos y comemos. Al caer la tarde regresamos a casa, voy a mi habitación me ducho, busco mi ropa que usa
Narra Emily. Al llegar al aeropuerto después de estar sentado casi dieciséis horas busco mis maletas y voy al hotel donde mi madre reservo, tomo una ducha y me acuesto a dormir acá está de noche, la diferencia de horario, me acuesto a dormir... En la mañana me ducho me pongo una blusa negra de mangas larga, una falda de cuadros azules y negro, unas medias largas y unas botas negra, bajo por algo de comer, tengo un hambre que me lleva, si por mi fuera espero llegar a la estación, pero al parecer este ser que llevo en mi vientre no me dejara en paz, hasta pienso que podría devorarme las tripas. Después de meditar un poco o tal vez era la presión del aire al estar en la altitud, decidí darle una oportunidad a este ser que no tiene culpa de nada, pero no estoy cien por ciento seguro aún, pero eso no significa que lo voy a matar de hambre. Voy a la cafetería pido algo de comer y subo a la habitación, desayuno, lavo mis dientes y espero por Susana la amiga de mi madre. Mi puerta es toca
—Emily estas escuchando—. Me dice mi abuelo sacándome de mis pensamientos. —Lo siento que decías—. Lo miro. —Te decía que Diego vive con nosotros, hace meses él perdió todo en un incendio—. Miro a Diego. —Así es, si algún día necesitas algo no dudes en pedirlo—. Solo asiento. —¿Y cuantos años tienes? —. La pregunta se me salió. —Lo siento no quiero ser entrometida, suelo ser muy curiosa—. Me excusó. —Descuida tengo veinticuatro, y ¿tu? —. Pregunta de vuelta. —Tengo diecisiete—. Vuelvo a mirar mi plato y continuó comiendo. —Espero y me muestre algún lugar donde pueda disfrutar—. Le digo. —Como ves todo esto es bosque no te gustaría estar en la noche por ahí—. Se que lo dice con intenciones de asustarme. —Eh visto muchas cosas en mi corta vida—. Me mira con asombro. —¿Crees que existan los licántropos, vampiros, demonios, y demás seres sobrenaturales? —. Le pregunto con algo de intriga. —No creo, pero todo es posible, y ¿tú crees? —. Suspiro. —Emily por favor, una cosa son tus
Narra Roberto. Hoy será el día que traigo a esa escoria a mi casa, esto me causa repelús las especies no deberían mezclarse, pero tengo que hacerlo para que la descendencia Olary siga, si por mi fuese no tendría un hijo con esa humana, pero tendré que ceder el mando algún día. —Es esta—. Me dice Samuel señalando la casa, yo no sabía dónde ella vivía. —Que vas hacer secuestrarla, no deberías hablar con ella primero o sus padres al menos—. Ruedo los ojos no sé porque Samuel es tan amigable y considerado. —¿Ya hablaste con sus padres no es así? —. Pregunta Daniel, niego. —No mi papá se iba encargar de ello—. Les digo bajamos del auto, tocamos la puerta. Nadie contesta Samuel mira por la ventana. —Creo que no hay nadie—. Dice él. —Además su olor no se siente—. Lo miro como él sabe a qué ella huele. —¿Como sabes de su olor? —. Pregunta Daniel. —Tenía una clase con ella—. Es cierto. —Debe estar escondida como la rata que es—. Digo enojado. Tomo la perilla y la giro, la puerta habré,
Narra Emily. Dos días después de mi cita prenatal fue que hable con Diego, le dije que él no tenía por qué tomar parte de mi estado, pero él señor dijo que daría la cara por mí a donde sea. flashback. —Diego podemos hablar—. Le dije ya que no estaba ocupado, me senté en un heno. —Si dime—. Se sentó a mi lado. —Espero esta sea la última vez que quieras tomar responsabilidades que no te corresponda, es muy lindo de tu parte, pero no mereces que te señalen por haberte metido con una chica de mi edad—. El frunce el ceño. —De que habla Emily—. Ruedo los ojos. —Te escuché hablando con esa doctora y escuché todo lo que te dijo, no sé qué es tuyo y no me importa—. Dije tajante. —Que no sabes que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas—. —Si y a ti no te enseñaron a no tomar responsabilidades que no te corresponden—. Lo mire inquisitiva. —No sabía que te molestaba, solo quiero ayudarte en esto—. —No lo hagas si no te lo pido vale—. —Yo creo que Diego debería tomar parte—
Al día siguiente me ducho y me coloco un traje y unos tenis y voy a desayunar. —Buenos días—. Saludos a los abuelos. —¿Y Diego? —. Preguntó ya que él siempre está aquí. —Salió temprano—. Se limita decir mi abuelo, hace días son muy misteriosos. —Idiota por qué no me dijo que iba a la ciudad, aún me hace falta comprar algunas cosas para el monstruo—. Masculló. —No malas palabras Emily—. Me regaña la abuela. —Podemos ir mañana—. Hago una mueca y la miro. —Abuela la oferta es tentadora, pero te quejas demasiado—. El abuelo sonríe, pero al mirar a la abuela se le borra la sonrisa. —No tengo culpa que no te decidas—. Se defiende. —Por ello prefiero ir con Diego, él no se queja, es más me da su opinión—. Ambos se dan una mirada cómplice, ya sé lo que se están imaginando, ruedo los ojos. —Por más que quieran emparejarme con Diego eso no sucederá—. Les digo, al único hombre que quiero en mi vida es a mi hijo y ya. Al terminar el desayuno lavó todo ya que es lo único que me dejan hacer,