Narra Roberto. —Buenos días familia como están—. Saludo a mi padre. —Bien...cuando traerás a esa chica—. Ruedo los ojos, mi padre ya me tiene cansado con lo mismo, tiene más de dos semanas con eso. —Ya las habitaciones están casi listas—. Suspiro y lo miro. —Papá por favor ya no sigas con eso no quiero a esa mujer aquí y aún no quiero un hijo soy muy joven para eso—. Digo frustrado. —Además si queda embarazada ella puede ocuparse y después se lo quitamos, así no tengo que estar lidiando con esa humana ni su familia—. La cara de mi padre lo dice todo. —No debiste rechazarla aún, dentro de unos meses ese lazo puede desaparecer—. Frunzo el ceño. —No puedes abandonar a tu hijo a su suerte, él tiene que criarse aquí con su gente no con ellos, después que tenga el bebé la podemos mandar lejos y como si nada haya pasado—. Miro a mi madre. —A mí no me mires—. Ni siquiera mi propia madre me apoya. —Está bien iré por ella la otra semana, pero no la quiero cerca mío—. Los miro serio a ambos
Narra Emily. —Como me pides eso Briana no te das cuenta estoy embarazada de ese maldito monstruo—. Quiero llorar en verdad lo quiero, pero no hay ni una sola lágrima. —Y qué piensas hacer Emi—. La miro enfadada no con ella si no conmigo, por ser tan cobarde y no defenderme, me quedé ahí atada y que él hiciera conmigo lo que quisiera, debí morderlo no se algo. —¿Que voy hacer Bri no quiero tener un hijo de ese monstruo, no quiero darle ese privilegio no se lo merece? —. Me agarra las manos. —Pero ese cachorro no tiene culpa que su padre sea un cabrón, Emily él también es víctima de esto—. La miro. —No me importa Briana, aun así, no quiero tenerlo, solo vendría a sufrir a este mundo de mierda—. Siento una punzada en mi corazón. —Yo no le daré amor y dudo que su padre lo ame, y si lo tengo él nunca sabrá quién es su padre y ese perro tampoco sabrá de la existencia de ese bebé—. Dudo que le importe su hijo. —Emily por favor no digas eso, piensa en ese cachorro, además si decides abor
Cierro la ventana y me acuesto cayendo en un sueño profundo. Sueño. Estoy en un bosque verde, los árboles se ven altos y frondoso, no sé dónde estoy, de pronto se me aparece una mujer de cabello tan amarillo como la luz, su rostro iluminado por una luz que enceguece, no la puedo mirar, su vestido es plateado y largo, me tiende la mano, la tomo como si confiara en ella y me lleva a una hermosa laguna donde la luna resplandece. —Me equivoqué al darte como mate a Roberto, pero remedia re mi equivocación y te daré otro amor—. —No quiero otro amor, no creo poder confiar en otro hombre—. —Lo sé, pero él tendrá que ganarse tu confianza y tu amor sé que lo hará—. —Si lo rechazo, ¿que pasara? —. —Su descendencia perecerá al igual que pasará con la de Roberto si decides acabar con esa vida, con mi hijo—. —¿Como sabes eso? —. —Lo sé todo Emily, quiero que tengas a ese niño que llevas en tu vientre, sé que ya tomaste tu decisión y quiero que recapacites de ella, él no tiene culpa de nada
Narra Emily. No sé por qué mis padres le dan vuelta al asunto del viaje es exasperante, no veo por qué la intriga acaso quiere redobles de tambores y todo eso. Mi madre suspira y me mira. — Mi amor antes de decirte cuando te vas quiero decirte que me perdones por no estar a tu lado, yo debí hacer algo más para protegerte si no hubiera pasado lo de tu papá nada de esto estaría pasando—. Niego. —Mamá yo no tengo nada que perdonarte, tu ni papá tienen culpa ni siquiera yo—. Tomo su mano, el único culpable es el perro sarnoso. — Aun si todo aquello no hubiera pasado, él me hubiera hecho esto—. Me duele verlos así y que yo no pueda brindarle alguna emoción. —Esto es solo mi culpa si yo te hubiera dicho todo no hubieras pasado por esto—. Cierro mis ojos, los abro y los miro. —No papá, si hubiera sucedido, ni tú ni nadie lo hubiera podido evitar, les pido que no se culpen por esto—. Les digo sintiendo un nudo en mi garganta. — Ya tengo suficiente con saber que llevo un hijo de ese maldit
—Ustedes quienes se encargarán de él, y ¿que yo esté lista para qué? —. Me estremezco al sentir el tacto frio de la anciana. —Eso no importa solo has lo que he dicho o él te encontrará, solo hecha una pequeña gota en cada esquina de tu casa y en tu cuerpo, te lo pones como si fuera colonia, me entendiste—. Niego y luego asiento. —Si te entendí, ¿quién eres, por qué haces esto? —. Lleva una mano a mi mejilla y la acaricia. —Eres hermosa—. La miro a los ojos, pero estos están todos negros, no tiene nada blanco, me parecen reconocidos, no siento miedo. —Gracias yo guardaré esto—. Agacho la cabeza y cuando la levanto ya la señora no está, la busco con la mirada, pero solo veo a niños corriendo por todos lados, esto es extraño, ¿cómo una anciana podría desaparecer así? ellos no son tan rápidos. Me levanto y voy donde están mis padres, no les platico nada, solo me siento en medio de ellos y comemos. Al caer la tarde regresamos a casa, voy a mi habitación me ducho, busco mi ropa que usa
Narra Emily. Al llegar al aeropuerto después de estar sentado casi dieciséis horas busco mis maletas y voy al hotel donde mi madre reservo, tomo una ducha y me acuesto a dormir acá está de noche, la diferencia de horario, me acuesto a dormir... En la mañana me ducho me pongo una blusa negra de mangas larga, una falda de cuadros azules y negro, unas medias largas y unas botas negra, bajo por algo de comer, tengo un hambre que me lleva, si por mi fuera espero llegar a la estación, pero al parecer este ser que llevo en mi vientre no me dejara en paz, hasta pienso que podría devorarme las tripas. Después de meditar un poco o tal vez era la presión del aire al estar en la altitud, decidí darle una oportunidad a este ser que no tiene culpa de nada, pero no estoy cien por ciento seguro aún, pero eso no significa que lo voy a matar de hambre. Voy a la cafetería pido algo de comer y subo a la habitación, desayuno, lavo mis dientes y espero por Susana la amiga de mi madre. Mi puerta es toca
—Emily estas escuchando—. Me dice mi abuelo sacándome de mis pensamientos. —Lo siento que decías—. Lo miro. —Te decía que Diego vive con nosotros, hace meses él perdió todo en un incendio—. Miro a Diego. —Así es, si algún día necesitas algo no dudes en pedirlo—. Solo asiento. —¿Y cuantos años tienes? —. La pregunta se me salió. —Lo siento no quiero ser entrometida, suelo ser muy curiosa—. Me excusó. —Descuida tengo veinticuatro, y ¿tu? —. Pregunta de vuelta. —Tengo diecisiete—. Vuelvo a mirar mi plato y continuó comiendo. —Espero y me muestre algún lugar donde pueda disfrutar—. Le digo. —Como ves todo esto es bosque no te gustaría estar en la noche por ahí—. Se que lo dice con intenciones de asustarme. —Eh visto muchas cosas en mi corta vida—. Me mira con asombro. —¿Crees que existan los licántropos, vampiros, demonios, y demás seres sobrenaturales? —. Le pregunto con algo de intriga. —No creo, pero todo es posible, y ¿tú crees? —. Suspiro. —Emily por favor, una cosa son tus
Narra Roberto. Hoy será el día que traigo a esa escoria a mi casa, esto me causa repelús las especies no deberían mezclarse, pero tengo que hacerlo para que la descendencia Olary siga, si por mi fuese no tendría un hijo con esa humana, pero tendré que ceder el mando algún día. —Es esta—. Me dice Samuel señalando la casa, yo no sabía dónde ella vivía. —Que vas hacer secuestrarla, no deberías hablar con ella primero o sus padres al menos—. Ruedo los ojos no sé porque Samuel es tan amigable y considerado. —¿Ya hablaste con sus padres no es así? —. Pregunta Daniel, niego. —No mi papá se iba encargar de ello—. Les digo bajamos del auto, tocamos la puerta. Nadie contesta Samuel mira por la ventana. —Creo que no hay nadie—. Dice él. —Además su olor no se siente—. Lo miro como él sabe a qué ella huele. —¿Como sabes de su olor? —. Pregunta Daniel. —Tenía una clase con ella—. Es cierto. —Debe estar escondida como la rata que es—. Digo enojado. Tomo la perilla y la giro, la puerta habré,