—Ustedes quienes se encargarán de él, y ¿que yo esté lista para qué? —. Me estremezco al sentir el tacto frio de la anciana. —Eso no importa solo has lo que he dicho o él te encontrará, solo hecha una pequeña gota en cada esquina de tu casa y en tu cuerpo, te lo pones como si fuera colonia, me entendiste—. Niego y luego asiento. —Si te entendí, ¿quién eres, por qué haces esto? —. Lleva una mano a mi mejilla y la acaricia. —Eres hermosa—. La miro a los ojos, pero estos están todos negros, no tiene nada blanco, me parecen reconocidos, no siento miedo. —Gracias yo guardaré esto—. Agacho la cabeza y cuando la levanto ya la señora no está, la busco con la mirada, pero solo veo a niños corriendo por todos lados, esto es extraño, ¿cómo una anciana podría desaparecer así? ellos no son tan rápidos. Me levanto y voy donde están mis padres, no les platico nada, solo me siento en medio de ellos y comemos. Al caer la tarde regresamos a casa, voy a mi habitación me ducho, busco mi ropa que usa
Narra Emily. Al llegar al aeropuerto después de estar sentado casi dieciséis horas busco mis maletas y voy al hotel donde mi madre reservo, tomo una ducha y me acuesto a dormir acá está de noche, la diferencia de horario, me acuesto a dormir... En la mañana me ducho me pongo una blusa negra de mangas larga, una falda de cuadros azules y negro, unas medias largas y unas botas negra, bajo por algo de comer, tengo un hambre que me lleva, si por mi fuera espero llegar a la estación, pero al parecer este ser que llevo en mi vientre no me dejara en paz, hasta pienso que podría devorarme las tripas. Después de meditar un poco o tal vez era la presión del aire al estar en la altitud, decidí darle una oportunidad a este ser que no tiene culpa de nada, pero no estoy cien por ciento seguro aún, pero eso no significa que lo voy a matar de hambre. Voy a la cafetería pido algo de comer y subo a la habitación, desayuno, lavo mis dientes y espero por Susana la amiga de mi madre. Mi puerta es toca
—Emily estas escuchando—. Me dice mi abuelo sacándome de mis pensamientos. —Lo siento que decías—. Lo miro. —Te decía que Diego vive con nosotros, hace meses él perdió todo en un incendio—. Miro a Diego. —Así es, si algún día necesitas algo no dudes en pedirlo—. Solo asiento. —¿Y cuantos años tienes? —. La pregunta se me salió. —Lo siento no quiero ser entrometida, suelo ser muy curiosa—. Me excusó. —Descuida tengo veinticuatro, y ¿tu? —. Pregunta de vuelta. —Tengo diecisiete—. Vuelvo a mirar mi plato y continuó comiendo. —Espero y me muestre algún lugar donde pueda disfrutar—. Le digo. —Como ves todo esto es bosque no te gustaría estar en la noche por ahí—. Se que lo dice con intenciones de asustarme. —Eh visto muchas cosas en mi corta vida—. Me mira con asombro. —¿Crees que existan los licántropos, vampiros, demonios, y demás seres sobrenaturales? —. Le pregunto con algo de intriga. —No creo, pero todo es posible, y ¿tú crees? —. Suspiro. —Emily por favor, una cosa son tus
Narra Roberto. Hoy será el día que traigo a esa escoria a mi casa, esto me causa repelús las especies no deberían mezclarse, pero tengo que hacerlo para que la descendencia Olary siga, si por mi fuese no tendría un hijo con esa humana, pero tendré que ceder el mando algún día. —Es esta—. Me dice Samuel señalando la casa, yo no sabía dónde ella vivía. —Que vas hacer secuestrarla, no deberías hablar con ella primero o sus padres al menos—. Ruedo los ojos no sé porque Samuel es tan amigable y considerado. —¿Ya hablaste con sus padres no es así? —. Pregunta Daniel, niego. —No mi papá se iba encargar de ello—. Les digo bajamos del auto, tocamos la puerta. Nadie contesta Samuel mira por la ventana. —Creo que no hay nadie—. Dice él. —Además su olor no se siente—. Lo miro como él sabe a qué ella huele. —¿Como sabes de su olor? —. Pregunta Daniel. —Tenía una clase con ella—. Es cierto. —Debe estar escondida como la rata que es—. Digo enojado. Tomo la perilla y la giro, la puerta habré,
Narra Emily. Dos días después de mi cita prenatal fue que hable con Diego, le dije que él no tenía por qué tomar parte de mi estado, pero él señor dijo que daría la cara por mí a donde sea. flashback. —Diego podemos hablar—. Le dije ya que no estaba ocupado, me senté en un heno. —Si dime—. Se sentó a mi lado. —Espero esta sea la última vez que quieras tomar responsabilidades que no te corresponda, es muy lindo de tu parte, pero no mereces que te señalen por haberte metido con una chica de mi edad—. El frunce el ceño. —De que habla Emily—. Ruedo los ojos. —Te escuché hablando con esa doctora y escuché todo lo que te dijo, no sé qué es tuyo y no me importa—. Dije tajante. —Que no sabes que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas—. —Si y a ti no te enseñaron a no tomar responsabilidades que no te corresponden—. Lo mire inquisitiva. —No sabía que te molestaba, solo quiero ayudarte en esto—. —No lo hagas si no te lo pido vale—. —Yo creo que Diego debería tomar parte—
Al día siguiente me ducho y me coloco un traje y unos tenis y voy a desayunar. —Buenos días—. Saludos a los abuelos. —¿Y Diego? —. Preguntó ya que él siempre está aquí. —Salió temprano—. Se limita decir mi abuelo, hace días son muy misteriosos. —Idiota por qué no me dijo que iba a la ciudad, aún me hace falta comprar algunas cosas para el monstruo—. Masculló. —No malas palabras Emily—. Me regaña la abuela. —Podemos ir mañana—. Hago una mueca y la miro. —Abuela la oferta es tentadora, pero te quejas demasiado—. El abuelo sonríe, pero al mirar a la abuela se le borra la sonrisa. —No tengo culpa que no te decidas—. Se defiende. —Por ello prefiero ir con Diego, él no se queja, es más me da su opinión—. Ambos se dan una mirada cómplice, ya sé lo que se están imaginando, ruedo los ojos. —Por más que quieran emparejarme con Diego eso no sucederá—. Les digo, al único hombre que quiero en mi vida es a mi hijo y ya. Al terminar el desayuno lavó todo ya que es lo único que me dejan hacer,
Bienvenido monstruito (parte 2) —Hola Diego, Joseph gracias si no fuera por ti quizás siguiera en el bosque agonizando o muerta—. Niega y sonríe. —No, estoy seguro que lo hubieras hecho bien, eres muy fuerte, vaya que se necesita fuerza para traer a un bebé tan grande como él—. Si la verdad es que los doctores se sorprendieron al ver a Maikel por su tamaño. —Si, pero aun así gracias—. Hace un asentamiento de cabeza. —Adiós Emily—. Se gira y sale. —¿Se puede saber que fue todo eso? —. Le pregunto a Diego. —¿Quién era ese Emily? —. Pero que mal educado. —No me contestes con otra pregunta—. Lo miro mal, pero recuerdo que él ha estado conmigo todos estos meses. —Lo siento Diego estoy cansada y quiero dormir, pero tengo miedo, pienso que si me duermo podrían arrebatármelo y yo...—. Siento un nudo en mi garganta. —Yo también lo siento preciosa—. Acaricia mi mejilla. —Él está bien ya pregunté por él y está bien cuidado—. Escuchar eso me tranquiliza. —Pero dime ¿dónde estuviste a Maike
Narra Emily. Ya han pasado varios años les hago un resumen de todo lo que ha pasado en este tiempo. Después de tener a Maikel y que a los tres días de nacido le saliera una luna llena en la espalda me lleno de mucha curiosidad, pero no tenía donde investigar, hasta que recordé lo que me dijeron Briana y Raúl una vez, ellos decían que cada alpha tenía una marca que los distinguía de cada manada, yo no entendía hasta ese momento y resulta ser que la familia del sarnoso desgraciado son descendientes de los Alphas de Alphas, supongo que a eso se debe la marca de mi hijo, con el tiempo esta fue creciendo y fue tomando una especie de color rojizo, hasta que quedó una luna roja y una rosa del mismo color, era hermosa, pero me daba terror si ellos se daban cuenta de que tenían un nieto o peor aún si él se enteraba que tenía un hijo y me lo quitaban, creo que ni prueba de ADN pedirían ya que el maldito tenía esa misma marca en la espalda, pensé que era un tatuaje ya veo que no lo era, pero ad