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Todos los capítulos de Malak La segunda esposa: Capítulo 31 - Capítulo 40
51 chapters
Cap. 31 Tormentas de arenas
Hanza solo pudo decir con voz casi imperceptible.—Malak me engañó.Amed metió candela al asunto.—Esa mujer embarró tu honor por toda la Medina, no está drogada, está ebria de su pecado—se acercó a él que estaba devastado—no te quiero como mi hermano; pero, tampoco dejaré que una bastarda lujuriosa te haga esto…—alzó la voz—¡Nos haga esto a todos!“¡Ella embarró nuestro nombre por la Medina, tenía amante, que Allah disminuya sus días!David entonces le dijo a su hijo:
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Cap. 32 En medio de la tormenta
Laila llamó a Rajan, el chofer, y le preguntó. —Dime todo lo que sepas del momento en que Malak desapareció. —Ella se encontró con una amiga, una joven zwina y habladora. —¿La habías visto antes?—lo vio menear la cabeza—entonces la conocía… ¿Quién era esa mujer? —No lo sé, señora. Entonces ella le dijo a su chofer. —No puedo dejar a Malak sola, debes ir por ella, búscala y dale esto—le dio dinero—ubícala en un lugar junto a su madre y luego me cuentas, veré cómo ir a verlas—entonces le recalcó—que Hanza no se entere. Él asintió y ella intranquila pensaba cómo ayudar a Malak.       La misión de Yamala Yamala andaba preguntando por Malak, le dijeron que había sucedido una tragedia, supuso lo peor, cuando llegó vio a la joven llevando el féretro de su madre y todo eso corrió a decirle a su hijo.   Laila se entera del triste finalLeer más
Cap. 33 Lo que pasó después
Malak revisaba unas telas que le habían dado, Him entró con comida y le dijo a la joven. —Es mejor que te alimentes, comes tan poco últimamente. —Perdí las ganas de comer—dijo ella. —Eso no es bueno, la señora Laila viene a verte. No quería darle problemas a esa mujer e intentó animarse; más, al ver la comida sintió asco y corrió al baño a vomitar. —¿Qué te pasó Malak? La escuchaba vomitar… ¡Cielos! Pensó lo peor de todo. Cuando la vio salir toda pálida y desanimada. —¡Malak! —No me siento bien…—dijo incómoda. —¡Malak! ¡TÚ ESTÁS EMBARAZADA! Gritó emocionado y Fadila entró y lo vio todo alborozado. Le contó todo y le hicieron los exámenes a la joven y en efecto: Estaba embarazada. Fadila dijo emocionada. —Ahora tu marido te enviará a llamar de vuelta. Entonces Malak dijo con bríos. —¡La! Todos la vieron sorprendidos. —Él nunca sabrá de esto. —Pero la señora
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Cap. 34 Cuando la arena se asienta
Malak veía la mano extendida de Bullá y le preguntó muy desconfiada. —¿Por qué he de creer en ti? Me secuestraste, mataste a Reba y conspiraste contra mí. —Ojos Dorados, es cierto, te secuestré el día de tu boda por órdenes de mi padre Makir; pero, no maté a nadie esa noche. —Entonces tus hombres mataron a Reba. —¡La! (no) —¿Entonces quién mató a Reba? Él sabía y se lo dijo a la joven. —Amed fue descubierto por esa tal Reba y la mató. —¡Por Allah!—se llevó las manos a la cara. —¿Ves con quién estás lidiando Ojos Dorados?—vio su desconcierto—Lo que desconocía de mi padre era que él deseaba ayudar a Amed Ansar en esa ocasión. Eso extrañó a Malak que le preguntó. —¿Por qué haría eso tu padre? —Porque Amed es su hijo bastardo—vio su asombro—así es Ojos Dorados, Amed no es hijo de David. —Pero, él tiene el liderazgo ahora. —No solo de Fez, también del desierto, me usaron para d
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Cap. 35 La escapatoria
Shary salió llorando y temblando viendo a Laila muy mal y le dijo. —¡Por Allah! —Sha… Shary… Busca a Malak… —Pero debo ayudarte. —¡No hay tiempo! Búscala y dile que se vaya de Fez… Ahora…—le indicó lo que tenía que hacer. La niña tomó su celular y el de Laila, dinero y algunas joyas de Laila. Buscó un transporte y se dirigió a la Mansión del Placer.   Advertida Después de una tormenta de arena y esta se asienta es cuando se ven los verdaderos destrozos que causa. Malak pensaba en las palabras que su madre solía decirle, era cierto, ella terminaba de hacer un traje de danza para una de las jóvenes. —Me quedó zwino—dijo la joven. En ese momento le avisaron que alguien deseaba verla y que era urgente. Ella se asustó porque nadie sabía que ella estaba allí. Cuando le dijeron que era una niña llamada Shary, se alarmó más, pues era la hija de Amed. La hizo pasar a los jardines y l
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Cap. 36 Parte 2: Ojos Dorados
Tres años después “Dicen que el tiempo lo cura todo, lo sana todo y te hace asimilar las cosas pasadas, de forma que al ver el presente te sientas bendecido o resignado a tu realidad—pensaba Malak al ver el horizonte—Sobre la tumba de mi madre juré hacerle pagar por su desamor. Ahora, sobre la tumba de la señora Laila, presento a mí, hijo, y hago otro juramento”. Las lágrimas corrían por sus mejillas, mientras apretaba el cuerpecito de su pequeño bebe contra ella, dejaba un ramo de rosas silvestres y muchos sinsabores en ese lugar. —Si pudiera verlo, es varón, es perfecto y sé que si lo viera sentiría que todo lo que hizo por mí, valió la pena… Le prometo hacer de él un gran hombre y hacer pagar a Amed Ansar su desdicha final… Lo juro. Bullá miraba a todos lados listos para cualquier problema que se presentase, entonces le apuró. —¡Yalah! —Nunca olvidaré a la mujer que cambió mi existencia. Bullá la tomó del brazo y le dijo a l
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Cap. 37 Cautivado por una danzarina
Jotán les explicó emocionado. —Me alegra que llegaran a tiempo para nuestro show estelar—hizo una pausa para decirles—El club Ojos Dorados tiene un espectáculo único. Jóvenes danzaban en distintos lugares deleitando las miradas de los presentes y luego con el cambio de la música se despidieron agitando sus velos. Jotán les comentó. —Es el momento de nuestra danzarina estrella—vio su desconcierto—Es una Virtuosa de la danza, dicen que la misma Diosa del Desierto se encarnó en ella. Les sirvieron las bebidas y Hanza contempló el contenido de la suya y era dorada como los ojos de Malak, ¡qué ironía! Se la llevó a los labios y Jotán le previno al caballero. —Tenga cuidado, es un trago engañoso, empieza suave y termina mareando al que lo bebe. Hanza hizo caso omiso de la advertencia y bebió de un solo sorbo el contenido y en verdad era dulce y luego se sintió lo fuerte del licor que calentó sus sentidos.   Salieron unas
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Cap. 38 Las debilidades de Amed
Amed estaba recostado en una cama ancha a su lado tres bellas mujeres desnudas lo deleitaban con caricias y besos. —Preciosas, divinas… Me han satisfecho en todo, me siento como un dios con ustedes. Ellas sonreían a su amante, entonces entró Rania y dio de palmas y ordenó. —Akhruji min huna ya eahirat, antahaa waqtuk. (Salgan de aquí rameras, ya terminó su tiempo) Ellas se levantaron de mala gana y desnudas salieron delante de ella y Amed se le rio en la cara. —Harbi, ¿estás celosa de unas concubinas? —Estoy celosa de cualquiera que comparta el lecho contigo, eres mi esposo y mi medio de vida, no voy a perderte. Él le hizo una seña y ella cruzada de brazos lo ignoró. —Vamos, ven, Harbi, tengo mucho para ti también. Ella se acercó a él y le dijo cerca de su boca. —No me importa compartirte de vez en cuando, ni las orgías que hagas en este lugar, si participo lo hago porque te quiero, pero debes entender q
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Cap. 39 Una noche reveladora
Cuando Jotán le entregó el presente, ella lo abrió y encontró una joya de piedras ámbar, meneó la cabeza, porque se dio cuenta de que todavía pensaba en ella y entonces le dijo a Jotán. —Cuando termine el show, dígale al señor Ansar que puede venir a mis aposentos, le agradeceré el presente personalmente. Jotán entonces le preguntó. —¿Bullá lo sabe? —Nunca haría nada sin que él lo sepa—sonrió. Jotán le hizo una reverencia y salió para darle al recado y cuando lo recibió se quedó cortado.   Amed llegó al hotel junto con su esposa y Rania le dijo un poco molesta. —Hay bastantes clubes en Fez y tú quieres venir a uno en Marrakech. —¿Acaso no puedo? —Puedes; pero, no sé Amed, me da mala espina todo eso... —Harbi, no seas supersticiosa, es solo una bailarina de cabaret, quiero ver qué tal se mueve. Ella estaba celosa de cuánta mujer pudiera quitarle a su ingreso y entonces le dijo a su ma
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Capí. 40 El pasado que regresa
Amed llegó al hotel golpeado y Rania lo vio escandalizada. —¡Te golpearon! —Yo golpeé también…—tenía que decir algo a su favor. —¿Quién lo hizo? Le costó decir su nombre. —Hanza—dijo lleno de ira—ese maldito estaba allí. Rania daba vueltas y le dijo molesta. —¿Se pelearon por una bailarina? —No… —Amed, te conozco bien, estás picado con esa mujer y viste al tonto de tu hermano que no es tu hermano y te quisiste hacer el sobrado. —Le dije algunas cosas sobre esa p**a de Malak. Malak, de nuevo, entonces le dijo molesta. —Hago lo que deseas y te complazco en todo, te comparto y ahora por una estúpida bailarina te desbancas. Amed no la escuchaba y comentó. —Si la hubieras visto, Harbi, era la Diosa encarnada, se movía como serpiente en la arena y sus caderas… —¡Ya basta! Miró a los guardaespaldas de Amed. —¡Ineptos! ¡Les descontaré el golpe de mi esposo
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