Óscar bebió un sorbo de whisky. Miró con preocupación su reloj, sabiendo que, en un par de horas, todo había acabado, aunque no sabía el resultado de aquel operativo, esperaba que saliera a su favor, entonces una calidez lo abordó, sintiéndose reconfortado ante la angustia que sentía. —No pensarías que te dejaría, solo ¿o sí, mijo?, doña Ofe se hizo presente. Óscar abrió de par en por sus ojos sintiendo como su mirada se cristalizaba al verla, no pudo frotarse los párpados para no arruinar la máscara, entonces se quedó callado contemplándola. —Jamás abandono a mi sangre y en estos momentos mis nietos me necesitan, más que nunca —refirió—. Por cierto, no es suerte lo que has tenido, ya veo que tus habilidades en el arte del juego, no me llegan ni a los talones, debí traerte más seguido con Andrea y Paula María —señaló—, pero bueno, me morí y ya no pude hacerlo, estate listo que hoy tendremos acción y seremos el dúo
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