La noche es silenciosa y oscura en la mansión de los Jones. Solo una luz se filtra por la puerta entreabierta del estudio, donde Evan, el joven heredero y CEO de una empresa internacional, se afana en terminar sus tareas pendientes. Su prometida, Abbey, no puede dormir sabiendo que él está desvelado. Se levanta de la cama y se dirige al estudio, llevando una taza de té humeante para reconfortarlo.Abre la puerta con cuidado y lo ve sentado frente al ordenador, rodeado de libros y papeles. Lleva unos lentes que le han recetado para el cansancio ocular, pero que no le quitan el atractivo. Se ve cansado, pero determinado. Abbey siente una mezcla de admiración y preocupación por él.—Evan, cariño, ¿todavía no has dormido? —le dice en voz baja, acercándose a su escritorio y dejando la taza junto al mouse—. Son más de las tres de la mañana.Él levanta la vista y le sonríe con ternura. Se quita los lentes y se frota los ojos.—Abbey, mi amor, gracias por el té —dice, cogiendo la taza y bebie
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