Con un movimiento ágil, Mercy se deslizó hacia la derecha, evitando el golpe de su rival, y aprovechó el hueco que había dejado en su defensa para atacar con rapidez, sumando punto tras punto.Después de una intensa lucha, la campana anunció su victoria al marcar el punto decisivo.Se quitó la máscara que le cubría el rostro y se pasó la mano por el cabello empapado de sudor. Ryan y Roan corrieron a su lado con una botella de agua.—¡La Academia Hisuth se clasifica para la final!—proclamó la voz que resonaba en el altavoz del estadio.El público estalló en aplausos y vítores.(...)Mercy no dejaba de beber agua en el vestuario y la zona de relax. Ryan se limpió el sudor con un profundo suspiro.—No sé cómo lo hemos hecho, pero estamos en la recta final. Vamos a darlo todo, aunque solo contemos con nosotros tres—dijo a su gemelo.Roan le dio la razón con un gesto mientras se ajustaba el traje de esgrima.—Así es.—”Solo los tres”—repitió Mercy en voz baja, con una sombra de tristeza en
La noche es silenciosa y oscura en la mansión de los Jones. Solo una luz se filtra por la puerta entreabierta del estudio, donde Evan, el joven heredero y CEO de una empresa internacional, se afana en terminar sus tareas pendientes. Su prometida, Abbey, no puede dormir sabiendo que él está desvelado. Se levanta de la cama y se dirige al estudio, llevando una taza de té humeante para reconfortarlo.Abre la puerta con cuidado y lo ve sentado frente al ordenador, rodeado de libros y papeles. Lleva unos lentes que le han recetado para el cansancio ocular, pero que no le quitan el atractivo. Se ve cansado, pero determinado. Abbey siente una mezcla de admiración y preocupación por él.—Evan, cariño, ¿todavía no has dormido? —le dice en voz baja, acercándose a su escritorio y dejando la taza junto al mouse—. Son más de las tres de la mañana.Él levanta la vista y le sonríe con ternura. Se quita los lentes y se frota los ojos.—Abbey, mi amor, gracias por el té —dice, cogiendo la taza y bebie
—Por cierto, preciosa…—Evan aprovechó que ya tenían las manos entrelazadas, la estiró hacia él y se dejó caer en el sofá. Abbey chilló por el repentino movimiento y porque ahora se encontraba acostada encima del pecho de su prometido—. Un beso en la mejilla no será suficiente para mantenerme despierto.—¿Eh?—Abbey subió ambas cejas.—Dame algo más sustancioso—el joven CEO sonrió y rozó sus dedos encima de los labios de su novia—. Un beso más profundo.Abbey se encendió de pies a cabeza. Se volvió el sol, de tan roja que estaba.—¡Por qué tengo que hacer algo así!—Porque solo así me quedaré despierto, y eso es lo que quieres ¿No?—Estás siendo tramposo…Evan soltó una risa—. Toma responsabilidad por lo que dijiste. Después de todo, tú eres la mayor.Abbey giró los ojos. ¡Él solo la trata como mayor cuando le conviene!Se removió encima de él y apretó los puños. Bien, vale, solo es un beso. Nada del otro mundo, ¿Verdad?—¿Puedes…abrir tu boca, solo un poco?Hizo lo que le pidió, pero c
Era…diferente a lo que ella esperaba.El tío tomó su mano, pero en vez de estrecharla, la giró para que la palma quedara hacia abajo y le besó el dorso con un gesto seductor.Evan y Abbey se quedaron pasmados, pero el joven CEO apartó a su novia de su tío rápidamente y le espetó:—Sigues siendo el mismo de siempre, no has cambiado nada, tío.—¿Qué pasa?—se burló el tío—. ¿Te pones celoso ahora?Evan chasqueó la lengua, molesto.—¿Por qué estamos aquí? ¿Cómo nos trajiste dormidos? ¿Y mi mansión?—Oh, es cierto—el tío cruzó los brazos—. Desde hoy, esta será tu casa.Abbey y Evan abrieron la boca hasta el suelo.—¿Qué? ¿Estás loco? —exclamó Evan, furioso—. ¿Cómo puedes hacer esto? ¿Dónde está mi casa?Su tío se encogió de hombros, con una sonrisa maliciosa.—Lo siento, pero he decidido que esta es la mejor forma de enseñarte una lección. A partir de hoy, vivirás aquí, sin lujos ni comodidades. Y si quieres heredar la empresa que tu padre y yo fundamos desde cero, tendrás que demostrar tu
El sol matutino le picó los ojos a Evan, que se revolvió en la cama con un gruñido. Seguro que Abbey había dejado la cortina abierta la noche anterior, como solía hacer. A veces se preguntaba si era una desventaja de dormir con su novia.Se frotó los párpados y miró a su alrededor, confundido. No reconoció el techo descascarado ni la lámpara colgante que parecía a punto de caerse. Entonces recordó lo que había pasado el día anterior. Su tío, el dueño de una gran parte de la empresa familiar, le había mandado a vivir en esa casa destartalada como castigo por haberse pasado con su egocentrismo y probar que puede surgir de entre las cenizas. Como un verdadero hombre puede hacerlo.—Buenos días, Evan —escuchó la voz dulce de su prometida, que lo sacó de sus pensamientos. Se incorporó y la vio de pie junto a la cocina, que estaba a pocos pasos de la cama. La casa era tan pequeña que apenas cabían los muebles básicos. Abbey llevaba un vestido floreado y un delantal con volantes, y su sonris
Abbey dio un salto de alegría al ver un cartel junto al estante de verduras.—¡Evan! ¡Fíjate, las zanahorias están rebajadas!—se giró para buscarlo mientras sujetaba el carro con una mano—. ¿Y sabes qué? ¡Esta noche prepararé una rica ensalada y…! ¿Evan?Miró a su alrededor. ¿Se habría perdido?Mientras tanto Evan examinaba el amplio pasillo lleno de productos, con curiosidad.—¡Vaya, así que este es el famoso mercado!Al fin Abbey lo encontró y lo oyó decir:—Oh, ¿Así que esto es lo que valen los tomates?Luego lo vio recorrer las estanterías como si fuera un niño en una tienda de dulces. Sacudió la cabeza. Su novio se estaba divirtiendo en el mercado por ser su primera vez en uno.—¿Qué? ¿Por qué este alimento es de este color?—Evan levantó el envase a la altura de su nariz—. ¿Le echaron algo encima?Abbey dejó el carro a su lado y empezó a caminar por los pasillos.—Es tu primera vez en un mercado, ¿Verdad? ¿Te lo estás pasando bien?—ella se rió de la expresión avergonzada de Evan.
Abbey soltó un grito y se puso roja como un tomate.—¡Tú! ¡Tonto!Evan se echó a reír. Le encantaba provocar a su prometida.—Por cierto, me da igual si es niña o niño. Con tal de que se parezca a ti, mi pequeño ángel.Eso la avergonzó aún más.—¡Un momento! ¡Eso no es lo que yo pensaba! ¡Tú no sabes…!El joven CEO le cogió la mano y le besó los nudillos, con una sonrisa traviesa.—Pero, falta mucho para eso, así que hasta entonces, voy a acapararte solo para mí.Abbey se sintió como una gelatina que se derretía por las palabras más dulces y atrevidas que había oído en su vida.Pero, Dios mío, una imagen fugaz cruzó por su mente, una en la que la familia que caminaba frente a ellos eran ellos y su pequeña hija, una hermosa familia de tres. Un sueño tan maravilloso como ese, ¿podría ella permitirse soñarlo?Justo cuando cerró los ojos para recibir el beso de Evan, el celular de su novio sonó estruendosamente.Él frunció el ceño.—Un segundo, ángel—descolgó el teléfono y tomó la llamada
El sol brillaba sobre la estación de servicio, que rebosaba de movimiento. Los autos se amontonaban en las bombas, pero nadie quería ser atendido por otro que no fuera uno de los tres nuevos empleados. Eran tres hombres jóvenes, atractivos y carismáticos, que habían revolucionado el lugar con su presencia.—Por favor, llénelo como siempre—pidió una mujer desde el asiento del conductor, mientras sus amigas la acompañaban en el viaje de vacaciones. Bajó la ventanilla y se encontró con tres pares de ojos que la miraban. El que sostenía la manguera era el más llamativo: tenía una belleza andrógina, con rasgos delicados pero varoniles.—Será un placer, señoritas—dijo él con una sonrisa seductora, mientras se ajustaba el sombrero. Sus compañeros, Ryan y Roan, se encargaron de llenar el tanque.Las tres mujeres se ruborizaron y soltaron un grito ahogado. Se sentían afortunadas de tener la atención exclusiva de los tres galanes. Aprovecharon para cuchichear y sacar fotos con el celular.—¿Qué