BIANCA.Grabé en mi cabeza todas las indicaciones de Don, solo tenía una oportunidad. Si la desperdiciaba con un movimiento torpe, nuestra vida acabaría allí. En ese momento. Porque el hombre que apareció por la puerta una media hora después llevaba un arma en el borde de su pantalón y unas llaves. Se veía a la vista, la tenía allí para que supiéramos que ellos tenían el poder. Sus rasgos eran rusos, ojos oblicuos, nariz achatada, cabello crudo y la piel tirando a amarillenta. Mi compañero de secuestro se hacía el dormido, mientras clavé mi codo en el cuello del chico rubio, un moviendo que hizo caer al desconocido al suelo.Una derrota.Una victoria para mí.¿D
Leer más