CULPABLE E INOCENTE –No hablaré hasta no tener a mi abogado aquí –espetó Marco. –Está bien, Rossi. Sólo pedimos colaboración para que no se dificulten aún más las cosas –contestó Oliver. –¿Para que no se dificulten aún más? ¿Qué quieres decir? –Vamos, Marco, sabíamos que la conocías hace tiempo. –¿A quién? –A Serena. Habían sido compañeros, cuando estudiaban. Tenían una relación. Ustedes se distanciaron. Te quedaste con sentimientos reprimidos por cosas del pasado, no pudiste superarlo, proyectaste tu ira en otras mujeres, y luego volviste a encontrarla, hasta que la ahorcaste en esa habitación de hotel y por fin pudiste liberar todo tu odio contra ella. –¿Qué dices? –contestó Marco, descolocado. –Dime que no fue así. Está bien, te comprendo, las mujeres pueden ser unas zorras –continuó Oliver, como parte de su acto. –Por favor, detective, yo no asesiné a Serena. –Vamos, si confiesas, las cosas serán mucho más fáciles para tí. Declárate culpable y la condena será menor. –No
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