Thomas sonriendo ante las palabras de Miguel, aunque cansado y agotado de todo el trajín del día, esta decidido a terminar ese día en victoria, especialmente con Helena. —Vamos a pedir, tengo hambre —anunció Thomas. —Yo, también, pero elige tú, invítame el plato que más te gusta —le respondió Helena. —Thomas, yo me anotó con Helena, invítanos el plato que te gusta. —Okey —llamando al mesonero, Thomas les solicitó lo que comerían los tres, pidiendo además un cóctel para ella sin licor y dos tragos para ellos. Helena estaba dispuesta esa noche a disfrutar de la compañía de ellos, por lo tanto, le pidió que no le quitará el licor al cóctel, que ya que estaban ahí, lo quería probar. El nuevamente llamando al mesonero le pidió el cambio, pero haciéndole la salvedad, que sea una cantidad mínima. Esa noche en el restaurante, comieron, conversaron, sonrieron, tocaron temas propios del día, sobre todo lo rel
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