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Todos los capítulos de En las Redes del CEO: Capítulo 31 - Capítulo 40
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Cenizas
La señorita súper modelo se encuentra sentada en una de las butacas del escritorio de Ruth, esperando, por lo visto, a que ella o el mismo Andrés aparezcan, aunque es obvio que está en búsqueda de este último. Vestida con un atuendo tan llamativo como ella, de pantalón y camisa blanca ajustados hasta más no poder, para resaltar su esbelto cuerpo, la veo aguardar con paciencia mientras juega con su cabello. Como el pasillo de mi oficina queda justo en frente de ella, no hay manera de que pueda retroceder o pasar sin ser vista, así que suelto una exhalación profunda y decido salir de esto de una buena vez. Tomo mi teléfono y finjo leer algo muy importante en él para que mis ojos no se crucen con los suyos, pero todo intento es en vano, porque tan pronto cruzo por el pasillo, ella me llama. —¡Eh, tú, muchacha! — dice despectivamente. Dudo un instante si detenerme o no. Primero, porque no tengo razones para ser amable con ella y segundo, porque su manera de trata
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El llamado del pasado.
La veo sollozar otra vez y le ofrezco un pañuelo, tal y como me enseñó mi madre que un caballero debe comportarse. De entre todas las visitas que podría haber esperado, la de Fátima no era una de ellas. Primero, porque si tuviera un poquito de vergüenza, no se atrevería a volver a buscarme, luego del desplante que me hizo hace un año. En segundo lugar, porque en la fiesta de mi padre hace un par de semanas, le dije que entre ella y yo no había nada, que estaba conociendo a alguien más y lo mejor que podía hacer era quitarse del camino. Ahora que está aquí, no puedo terminar de imaginar qué es lo que quiere y tampoco es que esté muy interesado, en realidad, pero no me queda de otra más que encararla.Estoy de pie frente a mi escritorio, ambas manos apoyadas a los extremos de mi cuerpo, mientras ella se seca una lágrima traicionera que insiste en seguir saliendo.
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Intrigada.
Termino la jornada laboral a duras penas. Con la revoltosa visita de la ex de Andrés, se me quitaron todas las ganas de trabajar. Mi mente solo pensaba en qué rayos quería esa tonta y sobre todo, de qué pudieron haber hablado esos dos en la oficina. Traté de leer los reportes, pero fue en vano, me encontraba perdida, repitiendo la misma línea una y otra vez, o viendo números donde solo había letras.A las cinco treinta decido darme por vencida y apago el ordenador. Pensaba que luego de la visita de la bruja, Andrés vendría para aclarar las cosas conmigo, pero qué va, ni rastro de él en toda la tarde. Decido no darle más vueltas al asunto e irme a casa. Esa es una de las ventajas de tener un puesto superior y es el hecho de que el horario es un poco más flexible, aunque siempre tuve luz verde cuando el señor Felipe era mi jefe. Sonrío con nostalgia, porque se siente
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Te doy una mano.
—Ven, pasa, por favor.Andrés abre la puerta de madera, idéntica a la de mi apartamento, pero tras ella, el lugar es totalmente diferente al mío. Lo primero es que yo ya tengo un tiempo viviendo en el edificio, cerca de ocho meses, y él, seguro que apenas debe tener tres semanas. Por eso, más el hecho de que es muy despreocupado, hay alrededor de cinco o seis cajas grandes por toda la sala. Lo único que hay debidamente colocado es un sofá y un estante con dos o tres libros.La distribución es prácticamente la misma que la de mi casa, excepto que sus paredes están totalmente blancas y desnudas, mientras que las mías están pintadas de un color naranja muy pálido, lo que le da cierto grado de calidez. Junto a la puerta, contemplo el enorme sofá marrón y sonrío con ternura, es obvio que aquí vive un hombre. —Disculpa el desorden, e
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Formalicemos.
Veo a Olivia tirada en mi cama, desnuda, respirando agitadamente tras hacer el amor enérgicamente y sé que soy capaz de hacerlo otra vez, aunque me contengo. Con ella, pareciera nunca ser suficiente, como si mi cuerpo estuviera destinado para adorarla en todo momento. Es algo que nunca antes había experimentado, no me había sentido así con ninguna otra mujer y lo mejor es que me encanta, porque ella es especial.Doy media vuelta hasta queda apoyado en un codo mientras veo como su respiración se va acompasando lentamente. Sonrío, cuando sus ojos se cruzan por los míos.—¿Te he dicho alguna vez lo asombrosa que eres?—No lo suficiente, pero gracias — dice en broma.Me inclino y la beso. Otra vez mi cuerpo quiere volver a la acción, pero ella me frena, con su cálida mano en mi pecho.—Necesito darme una ducha y comer algo, estoy muriendo de hambre.
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Nuevas Caras.
—Señorita Báez, la esperan en la sala de juntas — me informa Ruth parada en la puerta.—Gracias, Ruth. Ya voy.Estoy terminando de redactar un correo y sé que voy dos minutos tarde para la reunión que han convocado hoy con los socios y corporativos, pero era algo que no podía dejar a medias. Debo decir que me sorprendió a mí y a todos que un viernes al final de la tarde, Andrés nos convocara a todos los de la directiva a una reunión de última hora, aunque sí me había dicho que había un socio que había estado fuera del país y regresaba hoy, que quería presentarnos.Para mí, que he trabajado por más de tres años en este lugar, la noticia me causó intriga, ya que conozco a todos y cada uno de los propietarios e inversionistas, sin embargo, según me contó él, este se manejaba por video llam
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Impaciente.
Según hablé con Andrés por WhatsApp, la cena sería a las ocho en punto. Así que, como de costumbre, quince minutos antes de la hora, está llamando mi puerta, tan puntual como siempre. Corro a abrirle y le sonrío como una colegiala al verle. Lleva puesto tejanos y una camisa a cuadros, azul con blanco. Está para comérselo y eso, más el delicioso ramo de rosas que trae con él, son capaces de robarme el corazón otra vez.—¡Wow! ¿A qué se debe tan hermoso gesto? — pregunto mientras le saludo con un beso y las recibo con agrado.Son rosas blancas y rojas, exquisitas, tan estupendas, que con su aroma perfuman todo el lugar.—¿Hace falta una razón para llevarle flores a mi novia? — dice cruzándose de brazos fingiendo estar dolido.En parte, tiene razón. Es el hombre más tierno y romántico con qu
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No lo contengo más
  Narra Andrés: Me quedo de piedra al ver la presencia de Fátima en esta cena. Si bien es cierto que ella y mi madre son amigas, o algo así, no entiendo la razón de hacerla partícipe, bastante es tener que soportar a Julio y sus comentarios fuera de lugar con Olivia. Es obvio que él está interesado en ella, pero no puedo decirle nada dada la promesa que le hice a Oli de no revelar nuestra relación, a pesar de que la tarea me está resultado de lo más difícil. —¡Felipe! Pero qué gusto verte — saluda Julio a mi padre con mucha efusividad. —¡No has cambiado en nada, eh! — mi padre se funde en un abrazo y sonrío para disimular. En realidad, Julio es una persona muy estimada en mi familia y en la empresa, estoy seguro de que, una vez lo ponga al tanto de que Olivia es mi chica, no pasará la raya y las cosas seguirán con normalidad. Los saludos continúan, aunque Olivia le extiende la mano y eso me gust
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Escapando.
Narra Olivia: Le escucho gritar mi nombre, pero no me detengo. La ira, la vergüenza y la impotencia son demasiado abrumadoras. Salgo de su casa a toda prisa y corro hasta la esquina, donde para mi grandísima suerte, un autobús se ha detenido y logro alcanzarlo por los pelos, no sin antes ver a Andrés corriendo calle abajo, tratando de alcanzarme, sin éxito.Ocupo el último de los asientos, dejando que el conductor me lleve sin tumbos por la ciudad que no duerme. Lo último que quiero ahora es irme a casa, porque estoy segura que allí estará él y no quiero ni tengo fuerzas para enfrentarlo. Una lágrima corre por mi mejilla, indignada. Para cualquier persona, lo de hoy sería motivo de celebración, de que un hombre como Andrés me presumiera delante de su familia, pero para mí ha sido un trago amargo. Me he sentido como si fuera el trofeo en un c
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Es que... Te amo.
Narra Andrés: La veo deshacerse de su bolso y de los zapatos, dejándolos colgados en la puerta. Me meto las manos en los bolsillos, de pie frente a su sofá y no sé ni por dónde empezar. Llevo horas esperándola y en mi mente había repasado lo que iba a decir una vez la viera, sin embargo, ahora que la tengo frente a mí, no soy capaz de articular una sola frase coherente.Sin decir nada y descalza, comienza a quitarse los pendientes mientras se dirige a la cocina. Yo la sigo como un perrito, más nervioso que nunca, porque sé que he metido la pata demasiado hondo. La veo servirse un vaso de agua, actuando como si yo no existiera y creo que es el momento de empezar a hablar.—Olivia… — la llamo para atraer su mirada.Finalmente se gira, apoyada en el refrigerador, y me invita a hablar.—Tú dirás. Es medianoche y estoy
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