—Ven, pasa, por favor.
Andrés abre la puerta de madera, idéntica a la de mi apartamento, pero tras ella, el lugar es totalmente diferente al mío. Lo primero es que yo ya tengo un tiempo viviendo en el edificio, cerca de ocho meses, y él, seguro que apenas debe tener tres semanas. Por eso, más el hecho de que es muy despreocupado, hay alrededor de cinco o seis cajas grandes por toda la sala. Lo único que hay debidamente colocado es un sofá y un estante con dos o tres libros.
La distribución es prácticamente la misma que la de mi casa, excepto que sus paredes están totalmente blancas y desnudas, mientras que las mías están pintadas de un color naranja muy pálido, lo que le da cierto grado de calidez. Junto a la puerta, contemplo el enorme sofá marrón y sonrío con ternura, es obvio que aquí vive un hombre.
—Disculpa el desorden, e
Veo a Olivia tirada en mi cama, desnuda, respirando agitadamente tras hacer el amor enérgicamente y sé que soy capaz de hacerlo otra vez, aunque me contengo. Con ella, pareciera nunca ser suficiente, como si mi cuerpo estuviera destinado para adorarla en todo momento. Es algo que nunca antes había experimentado, no me había sentido así con ninguna otra mujer y lo mejor es que me encanta, porque ella es especial.Doy media vuelta hasta queda apoyado en un codo mientras veo como su respiración se va acompasando lentamente. Sonrío, cuando sus ojos se cruzan por los míos.—¿Te he dicho alguna vez lo asombrosa que eres?—No lo suficiente, pero gracias — dice en broma.Me inclino y la beso. Otra vez mi cuerpo quiere volver a la acción, pero ella me frena, con su cálida mano en mi pecho.—Necesito darme una ducha y comer algo, estoy muriendo de hambre.
—Señorita Báez, la esperan en la sala de juntas — me informa Ruth parada en la puerta.—Gracias, Ruth. Ya voy.Estoy terminando de redactar un correo y sé que voy dos minutos tarde para la reunión que han convocado hoy con los socios y corporativos, pero era algo que no podía dejar a medias. Debo decir que me sorprendió a mí y a todos que un viernes al final de la tarde, Andrés nos convocara a todos los de la directiva a una reunión de última hora, aunque sí me había dicho que había un socio que había estado fuera del país y regresaba hoy, que quería presentarnos.Para mí, que he trabajado por más de tres años en este lugar, la noticia me causó intriga, ya que conozco a todos y cada uno de los propietarios e inversionistas, sin embargo, según me contó él, este se manejaba por video llam
Según hablé con Andrés por WhatsApp, la cena sería a las ocho en punto. Así que, como de costumbre, quince minutos antes de la hora, está llamando mi puerta, tan puntual como siempre. Corro a abrirle y le sonrío como una colegiala al verle. Lleva puesto tejanos y una camisa a cuadros, azul con blanco. Está para comérselo y eso, más el delicioso ramo de rosas que trae con él, son capaces de robarme el corazón otra vez.—¡Wow! ¿A qué se debe tan hermoso gesto? — pregunto mientras le saludo con un beso y las recibo con agrado.Son rosas blancas y rojas, exquisitas, tan estupendas, que con su aroma perfuman todo el lugar.—¿Hace falta una razón para llevarle flores a mi novia? — dice cruzándose de brazos fingiendo estar dolido.En parte, tiene razón. Es el hombre más tierno y romántico con qu
Narra Andrés: Me quedo de piedra al ver la presencia de Fátima en esta cena. Si bien es cierto que ella y mi madre son amigas, o algo así, no entiendo la razón de hacerla partícipe, bastante es tener que soportar a Julio y sus comentarios fuera de lugar con Olivia. Es obvio que él está interesado en ella, pero no puedo decirle nada dada la promesa que le hice a Oli de no revelar nuestra relación, a pesar de que la tarea me está resultado de lo más difícil. —¡Felipe! Pero qué gusto verte — saluda Julio a mi padre con mucha efusividad. —¡No has cambiado en nada, eh! — mi padre se funde en un abrazo y sonrío para disimular. En realidad, Julio es una persona muy estimada en mi familia y en la empresa, estoy seguro de que, una vez lo ponga al tanto de que Olivia es mi chica, no pasará la raya y las cosas seguirán con normalidad. Los saludos continúan, aunque Olivia le extiende la mano y eso me gust
Narra Olivia: Le escucho gritar mi nombre, pero no me detengo. La ira, la vergüenza y la impotencia son demasiado abrumadoras. Salgo de su casa a toda prisa y corro hasta la esquina, donde para mi grandísima suerte, un autobús se ha detenido y logro alcanzarlo por los pelos, no sin antes ver a Andrés corriendo calle abajo, tratando de alcanzarme, sin éxito.Ocupo el último de los asientos, dejando que el conductor me lleve sin tumbos por la ciudad que no duerme. Lo último que quiero ahora es irme a casa, porque estoy segura que allí estará él y no quiero ni tengo fuerzas para enfrentarlo. Una lágrima corre por mi mejilla, indignada. Para cualquier persona, lo de hoy sería motivo de celebración, de que un hombre como Andrés me presumiera delante de su familia, pero para mí ha sido un trago amargo. Me he sentido como si fuera el trofeo en un c
Narra Andrés: La veo deshacerse de su bolso y de los zapatos, dejándolos colgados en la puerta. Me meto las manos en los bolsillos, de pie frente a su sofá y no sé ni por dónde empezar. Llevo horas esperándola y en mi mente había repasado lo que iba a decir una vez la viera, sin embargo, ahora que la tengo frente a mí, no soy capaz de articular una sola frase coherente.Sin decir nada y descalza, comienza a quitarse los pendientes mientras se dirige a la cocina. Yo la sigo como un perrito, más nervioso que nunca, porque sé que he metido la pata demasiado hondo. La veo servirse un vaso de agua, actuando como si yo no existiera y creo que es el momento de empezar a hablar.—Olivia… — la llamo para atraer su mirada.Finalmente se gira, apoyada en el refrigerador, y me invita a hablar.—Tú dirás. Es medianoche y estoy
Narra Olivia: Me despierto con el sonido de unos ronquidos suaves a mi lado. Parpadeo un par de veces para enfocar la mirada, hasta caer en cuenta donde estoy. Uno a uno, los eventos del día de ayer comienzan a florecer, hasta llegar a la razón de cómo Andrés terminó durmiendo aquí. Sonrío con cariño al verle, dormido, con los labios entreabiertos, parece más un niño que un adulto y no puedo evitar sentir una ola de ternura. A pesar de todo lo vivido ayer, hoy estoy más segura que nunca que le amo. Dios, nunca creí que podría afirmar esas palabras, pero son un hecho: le amo y al parecer, él también siente lo mismo por mí. Me acomodo en la cama, para contemplarlo, afuera una mañana gris del sábado nos acoge. Aún es temprano y hace frío, por lo que el día promete para quedarnos en la cama todo el día
Narra Olivia: Busco mi voz, pero no la encuentro. Me he quedado de piedra junto a la puerta, bajo la atenta mirada de la recién llegada. Si bien es cierto que mi hermano desapareció del mapa y se entregó a las drogas desde jovencito, supongo que eso no lo hace un monje, pero de ahí a que tuviera una hija, es demasiada conmoción para mí. Ante mi pasmo, Andrés toma la delantera y las invita a pasar.—Por favor, no se queden en la puerta, entren.Ella agradece y tomada de la mano a la pequeña mientras toma asiento en mi sofá. Andrés aprovecha el momento y me toma de la mano para sentarme frente a ella y se marcha a toda prisa en busca de una camiseta. Lo hace tan rápido que ni me da tiempo a hablar con la mujer en frente de mí.—¿Cómo te llamas, pequeña? — le pregunta a la niña, con una sonrisa.&