Inicio / LGBT / Ilícito / Capítulo 41 - Capítulo 48
Todos los capítulos de Ilícito : Capítulo 41 - Capítulo 48
48 chapters
Capítulo cuarenta. El hombre perfecto
La propuesta de Sebastián estaba lejos de ser la más romántica del mundo, pero era totalmente sincero y eso era algo que el muchacho apreciaba por encima de todas las cosas.Sebastián era más que el hombre que amaba, era su modelo a seguir. Era el hombre perfecto.La pareja disfrutó de su momento, bailaron y bebieron, mientras los novios compartían con los otros invitados y seguramente por el resto de la noche no los echarían de menos si decidían darse una escapadita.—Te deseo —susurró Oliver un tanto achispado por la champaña en su sistema.—Solo espera a que la fiesta termine y Victoria se marche a su luna de miel y sabrás lo que es bueno —le susurró Sebastián al oído.El muchacho tembló y se sintió terriblemente excitado ante aquella amenaza.—Pues le pediré que se marche ahora —dijo Oliver casi en un gemido.Sebastián dejó escapar una carcajada que para Oliver sonó cómo a la más dulce melodía de amor.¡Estaba irrevocablemente enamorado de su prometido! Y él se sentía realizado en
Leer más
Capítulo cuarenta y uno. Nuestro primer bebé
—¡Date prisa, Sebastián, o Tory es muy capaz de castrarte si te retrasas y perdóname, pero sin ese paquete en medio de tus piernas las cosas cambian! —gritó Oliver desde la habitación, mientras Sebastián se daba una ducha.—Pues lo siento por Tory, pero soy un hombre jodidamente ocupado. ¿Qué es lo que se traen entre manos ahora que han llamado de última hora? —preguntó Sebastián saliendo del cuarto de baño.—Pues no tengo ni puta idea, lo cierto es que me llamó y dijo que era importante y que no podíamos faltar. Se escuchaba muy feliz. Así que puedo pensar que no se trata de algo malo —dijo Oliver.El muchacho se mordió los labios al girarse y ver el cuerpo desnudo de su macho alfa. El muy cretino solo traía una toalla alrededor de su cuello. Dejando a la vista toda su anatomía para tentarlo, Oliver sabía que era así.—No me mires como si fuera un maldito trozo de carne, Oliver —pidió Sebastián, sin embargo, Oliver sabía que este era un juego sucio de su parte.¿Quién en su sano juic
Leer más
Capítulo cuarenta y dos. ¡Secuestrado!
Oliver miró a través de la ventana del auto los edificios de la ciudad, el día era espectacular para salir de compras.—¿Espero por usted, señor? —preguntó Ramiro minutos más tarde, cuando se estacionó en el parqueo del centro comercial.—No sé cuánto tiempo voy a demorar, Ramiro. No me gustaría hacerte esperar, te llamaré para que puedas venir por nosotros —dijo bajando del auto antes de que Ramiro pudiera bajarse y abrirle la puerta.—Está bien, señor Campbell, por favor no dude en llamar si necesita algo —pidió el chofer.—Gracias, Ramiro —respondió con una ligera sonrisa.Oliver caminó por el estacionamiento para reunirse con su mejor amiga. Siendo sincero consigo mismo, jamás se imaginó que estaría con Victoria comprando cosas para bebés. Es más, jamás imaginó a Victoria casada y siendo madre. Pero no tenía ni una sola duda de que sería la mejor mamá del mundo.Lo sabía por la manera tan fiera con la que lo cuidaba y defendía. Había sido así desde que se conocieron.—¡Oliver! —gr
Leer más
Capítulo cuarenta y tres. ¡Somos hermanos!
«¡Secuestrado!»El solo pensamiento hizo a Sebastián sentir terror y tuvo que luchar contra la náusea que subió por su garganta. Él no podía y no tenía tiempo para comportarse como un hombre débil. No cuando Oliver estaba en manos de Dios sabrá qué tipo de gente.—Me he tomado el atrevimiento de llamar a la policía, desde que la señora me expuso la situación asumí que algo debía estar pasando y estas imágenes comprueban que el joven no iba ebrio como le han hecho creer al guardia de seguridad —expresó el Gerente del local.Sebastián se alejó un momento del hombre y de todos, pensando, armando el caso detallado en su cabeza.Ni siquiera prestó atención a Nick y Caleb que hablaban con el Gerente o la policía cuando estos hicieron su arribo al local.En la cabeza de Sebastián dos nombres se repetían como un maldito mantra. Ariadne y Maya Campbell.Esas dos mujeres podían ser capaces de todo con tal de hacer sufrir a Oliver y que mejor manera de castigarlo a él que haciéndole daño a su ch
Leer más
Capítulo cuarenta y cuatro. Un perfecto intercambio
Sebastián caminó de un lado a otro como lo hace una fiera en su jaula, fuera de su hábitat. Se sentía como una fiera a punto de devorar a su presa.Caminó, se mesó el cabello. Se sentó y repitió el ritual un par de veces antes de salir de la biblioteca y reunirse con el jefe Davis y Caleb.—¿Victoria? —preguntó.—Me tomé la libertad de pedirle que subiera a descansar. No ha dejado de llorar y estoy preocupado. No sé qué decirle y mucho menos como consolarla.—Vamos a encontrar a Oliver, Caleb. Ariadne llamará tarde o temprano —aseguró, pero no hizo mención alguna de las fotografías que le habían hecho llegar un par de horas atrás.—Señor Cooper —dijo el jefe de la policía. Él también había escuchado los gritos del hombre, pero no hizo pregunta alguna. Su misión era traer de regreso a Oliver Campbell.—Estamos listos, en el momento que la llamada entre, iniciaremos el rastreo.Sebastián sabía que no iba a esperar mucho. La ambición de Ariadne y Maya no les permitiría mantenerse quietas
Leer más
Capítulo cuarenta y cinco. Tu sexualidad no es un crimen
El cuerpo de Maya Campbell cayó sin vida sobre la tierra.—¡Maya! ¡Maya! —gritó Ariadne, mientras caía de rodillas frente al cuerpo de su hija—¡Una ambulancia! ¡Por favor, una ambulancia! —sollozó.La mujer quería tomar a su hija en sus brazos, pero las esposas se lo impidieron.—Está muerta —dijo la agente que había cometido el error de no asegurar las esposas de la detenida.—¡¡¡Nooooo!!! ¡¡¡Nooooo!!! —gritó.Ariadne se rompió en mil pedazos al escuchar la voz de la agente. Su hija no podía estar muerta.—Es mentira, ella no está muerta. ¡Mi hija no está muerta! —gritó tratando de despertar a Maya.—¡Llévensela! —ordenó el subjefe de la policía.—¡Noo! ¡Por favor, llamen una ambulancia! —suplicó, sin embargo, ningún agente le prestó atención. Ella y Robert fueron llevados hacia la patrulla para ser puestos a disposición de la justicia de San Francisco.Oliver miró horrorizado el cuerpo de su hermana, mas no se acercó. Sebastián no se lo permitió.—Necesitamos llevarte a la clínica p
Leer más
Capítulo cuarenta y seis. Te amaré toda mi vida
Sebastián miró con semblante serio y profesional, al hombre sentado frente a él, por un momento experimentó un Déjà vu.Ya había estado en el pasado en esta misma situación y por un momento pensó que era el mismo día y el mismo mes y diferente año.—Entonces… —hizo una pausa—. ¿Quieres tener un trabajo en Airplane? —preguntó con calma.— Airplane, fue el negocio de mi familia por décadas, Sebastián. Hoy está en tus manos y en manos de mi hijo. Sé que Oliver es noble por naturaleza y sé que nada le costará tenderme la mano y ayudarme. Pero he perdido mucho tiempo de mi vida esperando que otros hagan las cosas por mí —dijo—. Nunca le he hecho algo por lo cual pueda sentirme orgulloso. Solo fui un heredero, sin ambición y sin visión en los negocios. Me gustaría empezar de cero y hacer que Oliver se sienta orgulloso del padre que le tocó —añadió.Sebastián se vio sorprendido por la petición de Allan, sin duda este hombre no tenía nada en común con el hombre arrogante que había entrado a s
Leer más
Capítulo cuarenta y siete. Epílogo
Oliver caminó de un lado a otro en la sala del hospital. Caleb había llamado anunciando que Victoria estaba en trabajo de labor y parto.—Cariño, ven siéntate conmigo —pidió Sebastián palmeando la silla junto a él.—Estoy nervioso y emocionado. El bebé de Victoria y Caleb será hermoso —dijo mordiéndose los labios.Había pasado las últimas semanas pensando en un bebé y no se atrevía a hablar con Sebastián sobre el tema.—Yo también lo creo y por el bien de ese bebé espero que herede la inteligencia y la belleza de su madre.—Caleb es muy guapo y es posible que el bebé se parezca a él —dijo Oliver caminando para sentarse junto a Sebastián.—¿Hay algo que quieras decirme? —preguntó al verlo hacer un puchero.—Sebastián, sé que no hemos hablado al respecto, pero… Me gustaría tener un hijo —dijo escondiéndose en el pecho del hombre.—¿Un hijo? —Sebastián no esperaba aquellas palabras.De hecho, él se había hecho a la idea de que en la vida serían únicamente ellos dos y que se conformarían
Leer más