Desperté en la gran cama, estirando mi brazo, queriendo sentir a Tyler, sin hallarlo a mi lado. Me giré con cuidado, buscándolo, dándome cuenta de que me encontraba totalmente sola en la gran habitación. Me senté en la cama con rapidez, cubriendo mi cuerpo con la sábana, sintiendo una leve incomodidad en mis caderas; algo extraño, ya que yo no soy virgen. Levanté mis hombros restándole importancia.Miré a mi alrededor, detallando el lugar.La habitación era algo rústica, toda en madera, pero hermosa. Había una ventana enorme, con unas cortinas blancas que, analizándola bien, era una puerta que daba salida hacia un balcón. Habían unas dos o tres ventanas más pequeñas alrededor. Un armario más grande que el mío, e incluso el de mi hermano juntos; al fondo, a la derecha, una puerta que, supongo, será el baño.A ambos lados de la cama, dos mesitas de noche, con unas lámparas pequeñas sobre ellas. Algo que llamó mi atención fue la pequeña hoja blanca, doblada por la mitad. Fruncí mi ceño,
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