Eran casi las 5:00 pm cuando Diana, concluyó parte de su trabajo, les brindó un receso a sus gerentes para ella también descansar un poco, regresó a su oficina, llamando de nuevo a su casa para constatar que Isa, estuviera bien, habló varios minutos con la niña, luego de colgar la llamada se recargó en su sillón las lágrimas de emoción que había estado conteniendo durante la junta brotaron de sus ojos. Supo en ese momento que sus esfuerzos y sacrificios habían valido la pena, así como varios clientes se marcharon, otros vinieron y su empresa no se quebró, al contrario, resurgió, junto con ella y su equipo, sintió su pecho henchirse de orgullo, limpió sus lágrimas tomando entre sus manos el retrato de Rodrigo. —Valió la pena mi amor... ahora solo falta que despiertes, te necesitamos tanto —sollozó, en ese instante el intercomunicador sonó. Diana tomó un pañuelo facial para limpiar su rostro. —¿Qué sucede? —Señora, el agente García, desea verla. —Hazlo pasar po
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