Rodrigo, se sentó frente a ella, y le siguió cantando, mientras Diana, trataba de secar sus lágrimas, él aprovechó para tomar su mano, y proseguir con la melodía. Un suspiro salió de lo más profundo del alma de Diana, al momento que Rodrigo, terminó la canción, él soltó el micrófono a un lado de la mesa para poder abrazarla, ella se dejó envolver de los brazos de su esposo, permanecieron sin decir nada por varios minutos. —¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste? ¿Con quién dejaste a Isabella? —preguntó Diana, volviendo a secar su rostro. Rodrigo, sacó su pañuelo, empezó a enjugar sus lágrimas. —No me gusta verte triste —advirtió—, por Isabella, no te preocupes va a dormir en casa de Florence —comentó—, y contestando a tu pregunta de cómo supe que estabas aquí, déjame decirte que yo siempre te encontraré, no pienso renunciar a ti. Diana inclinó su mirada con vergüenz
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