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Todos los capítulos de El hombre de esa noche.: Capítulo 91 - Capítulo 100
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La respiración agitada de mi padre y la mía son lo único que resuena por toda la casa vacía. Su pecho sube y baja de un modo violento y amenazante. Su mirada es la que me dice que en cualquier momento va a atacarme con sus palabras filosas, él solo tira matar y creo que lo ha conseguido, pues todo lo que dijo resuena por mi cabeza una y otra vez. Mantengo la vista en sus ojos, los cuales parecen oscuros y llenos de odio, no puedo creer que sea a mí a quien odia. No soy la Maxine de veintiséis años la que detesta y deplora, es a la pequeña de cinco años a la cual nunca más quiso ver y me duele en el alma. Me resulta difícil respirar, siento una presión enorme en el pecho, es como una roca oprimiendo mi pecho y sé que es eso. Tengo unas inmensas ganas de romper a llorar, pero sería darle el gusto.—Vete de mi casa— le pido con voz firme y segura. Esta casa por ley es mía y por todas las otras formas también. Todos saben que soy la dueña de este lugar, que la abuela me heredó su casa p
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La desesperación se apodera de mí de una forma extraña, nunca antes me había sentido tan desesperado y lleno de impotencia. Ante mis ojos está el cuerpo de la mujer que amo, en el suelo, yaciendo probablemente herida y nuestro bebé debe de estar en un eminente riesgo. Camino hacia ella con miedo de que ella ya no esté respirando, me arrodillo a su lado miedoso y aterrado, tomo su mano débil. Se desmayó, respira, pero no está consciente. —Maxine... no me vayas a dejar, por favor... no...— susurro desesperado por ayudarla, no quiero moverla. Siempre es mala idea hacerlo, pero tampoco puedo esperar más tiempo y ponerla en peligro. Pues no sé cuanto tiempo pueda tardar una maldita ambulancia. —¿Qué hago?— asustado de herirla un poco más, la cargo en mis brazos y la llevo hacia la salida. Está tan delgada y liviana, que muero de miedo al pensar que ella pueda estar mal.— No te atrevas a dejarme, por favor. —¡Oye!— ignoro esa voz, no ahora mismo lo que menos me interesa son las personas,
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Mis piernas tiemblan y mi corazón está ansioso, ya pasaron bastantes horas desde que se llevaron a Maxine. Y si no han pasado, entonces estoy alucinando por el tiempo. Necesito saber si Max está bien o si mi hijo está sano y salvo en su vientre. Pero nadie dice nada, nadie habla nadie viene a decirme algo, una noticia. Todos aquí guardan silencio, en especial los hombres y mujeres que visten de blanco. Carajo, me levanto de la silla y voy hacia la recepción de urgencias, no hay nadie que me pueda ayudar, todos me ignoran, hasta que encuentro a una enfermera guapísima. Es hora de usar mis atributos para obtener información sobre la mujer que realmente me importa, Maxine.—Hola— le doy una sonrisa desbordante, ella sonríe de regreso y deja una de las capertas que sostiene en el escritorio. —¿En qué puedo ayudarle?— vocaliza alegre, demasiado para mi gusto. Yo no estoy contento, estoy preocupado y asustado, pero debo de fingir. —Mis amigos y yo trajimos a una mujer hace un momento, est
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89
De nuevo siento el olor estéril del hospital, siento un dolor de cabeza soportable, pero preferiría no tenerlo. —¿Se lo vamos a decir?— se escucha que alguien dice en voz baja, pero por el silencio incómodo del hospital puedo esuchar sin problema.—Claro que sí —responden, alzo la mano, siento que tiene algo en la piel y me arde y que me duele. Tengo algo clavado en la vena de la mano... frunzo el ceño, ¿no debería de tener un yeso o algo así? —Maxine— es una voz suave la que me envuelve, es sutil y desprende amabilidad. —¿Cómo te sientes, cariño?— murmura suavemente. Hannover me mira directo a los ojos, su mirada me asusta.—Me caí por las escaleras —recuerdo inmediatamente, intento levantarme de la camilla, pero hay cosas que no me dejan hacerlo, una de ellas, el dolor.—Lo sabemos, Max, por favor, no intentes levantarte, porque... te vas a lastimar— tiene los ojos rojos, vreo que mi mejor amigo a estado llorando.—Hannover...— susurro con miedo— ¿estoy bien?— pregunto aterrada de
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La cabeza de Maxine está un poco revuelta, no está bien en cuanto la noción del tiempo. No sabe que desde que entró al hospital han pasado tres días y que dos estuvo dormida, pero no quiero ser yo quien le diga que han pasado varios días. Ella no sabe tampoco que en su vientre ya no hay un bebé con latido, y tampoco sabe que he dejado a Hannah y a mí familia sin saber de mi paradero. Solo dejé una pequeña nota diciendo que tenía que viajar a Los Ángeles y ya, que regresaba luego y que me disculparan.Nadie me ha llamado ni nadie requiere de mí y eso es bueno, pues lo más probable es que si mi casa se estuviera incendiando o Anna robandome hasta el último mueble de mi ático, yo lo ignoraria con tal de seguir apoyando a Maxine. Estaré a su lado hasta el final o hasta que ella decida que ya no me quiere a su lado. —¿Estás despierto?— es la voz sutil de Maxine la que me hace reaccionar. Ahora mismo solo hay una pequeña luz que alumbra a duras penas toda la habitación. Yo estoy lejos de e
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Despierto gracias al ruido y a la luz, con los ojos entrecerrados logro ver una silueta vestida de blanco. Debe de ser algún doctor o enfermera... no lo sé. Suspiro hondo, intentando regresar a mi sueño. Uno muy curioso y muy fantasioso, uno en donde Maxine y yo estamos juntos con el bebé que ya no existe, apenas hoy me he dado cuenta de la realidad. No creo que podamos estar juntos, no mientras mi padre repruebe la idea, pero soy capaz de dejarlo todo. Incluso dejaría mi puesto en la empresa familiar, renunciaría a mi herencia si con eso pudiera quedarme a lado de Maxine para toda la vida. No me importaría tener que buscar trabajo en otra empresa para que ella no tenga que ser la que trabaje, haría cualquier cosa. Además, si eso pasara Maxine podría serguir con su sueño de ser actriz de Hollywood y de esa forma sentiría que no la estoy privando de algo tan soñador como esa. Al final, antes de que yo estuviera en su vida, ella ya tenía metas y muy claras. Leí el nuevo informe de Jack,
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Cuando era una niña, la abuela se encontró con un conejo de campo que tenía una herida gigante en la pata. Lo trajo a casa y lo cuidamos por semanas, me encariñe tanto con él que yo soñaba con que encontraríamos una coneja para que fuera su novia. Me gustaba jugar con él e intentar confeccionarle ropa, pero un día simplemente murió. Le llore por varias noches y no quería ni siquiera comer, porque estaba demasiado triste como para levantarme de la cama y probar bocados. Fue muy difícil superar la muerte de mi conejo... y tan solo tenía siete años. Ahora tengo más de veinte y siento que nunca voy a poder superar la muerte de mi bebé y eso que ni siquiera lo conocí. No puede pasar tiempo con él, no pude verlo a los ojos o jugar... no pude hacer nada con ese pequeño que tenía la sangre de Max y mía. Y creo que eso es lo que más me duele, saber que nunca voy a poder hacer nada de eso, porque el ya no está en mi vientre. Y tal y como está mi útero, me siento yo... estoy vacía, tengo un cue
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MAXIMILIAM —Max, yo no te amo.— Y solo han bastado esas cuatro sencillas palabras para que mi corazón se rompa en mil pedazos. Ha bastado eso por parte de la mujer que me gusta para destrozarme por completo y lo peor es que no parecía metir cuando soltó todas esas palabras de su boca.Creo que nunca antes había sentido el pecho tan pesado, no me pasa el aire a los pulmones y todo por lo que mis oídos acaban de escuchar... trago saliva con dificultad, pues no puedo meterme en la cabeza lo que Maxine acaba de decir... ha dicho que no me ama y eso se siente como un maldito dolor en el corazón. Aspiro, intento despertar de esta maldita pesadilla en la que me metí sin querer, quiero abrir los ojos y ver que todo está bien, que el bebé sigue en el vientre de su madre y que su madre me quiere, pero parece que eso no podrá pasar. Pues esto que mis ojos ven, que mis oídos escuchan y que mi manos tocan no es nada más que la verdad. —No es cierto Maxine— mi negación suena más como una maldita
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Max Es la primera vez que duermo en mi camioneta... creo que debería de ir y buscar una más cómoda para la próxima vez que deba de dormir en la pequeñez de un asiento. Creo que el sofa del hospital era un poco más comodo que esta mierda y eso que mi camioneta ha costado bastante dinero. Para la próxima haré pruebas más rigurosas que solo irme por lo brilloso del capo y su bonito cuero en los asientos. Es hora de conducir de camino a la casa de los Parker con el corazón roto y con las ilusiones frustradas. Ya no hay un Max y Max, ahora parece que solo hay una alternativa, Max y Hannah y no me gusta nada, pero es lo que me toca. Hoy aceptaré la decisión de Max, si ella ya no me quiere y ya no me necesito es por algo y está bien. Admito que me hubiera gustado formar una familia con ella, pero ella lo único que quería era sacarme algo de dinero. Y creo que el bebé era su contraseña a mi caja fuerte, yo por ese niño hubiera dado todo, incluso dejar la comodidad de mi trabajo por ella. Si
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Despierto gracias a la luz que se cuela por las persianas de la habitación. Tengo ganas de agarrar de los pelos a esa persona que se ha atrevido a abrir las persinas sin preguntarme, como sea abro los ojos completamente. La luz me molesta, pero a nadie le importa al parecer. Volteo hacia el sillón... está vacío, no sé porque mi corazón deseaba que en él estuviera el cuerpo dormido de un alto Maximiliam, pero no hay nada y sé que es por mi culpa. Todo lo que pasó ayer fue mi culpa y sé que estuvo mal... pero son medidas extremas para situaciones extremas como estas.—¿Y Maximiliam?— los ojos de Hannover aparecen por la puerta, esta de pie con un vaso de café y un sándwich en las manos. Me mira esperando una explicación que no creo que estar lista de hacerlo, pero aún y con eso sonrío por verlo.—Hola... Maxine, ¿cómo estás? ¿Como te sientes?— contesto irónicamente, pues ni siquiera me ha saludado, solo esta preguntando por Max...—Lo siento, hola, Max... pero ¿en dónde está ese hombre?
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