Me acosté a su lado y acercándose a mí continuó con su cadena de besos. Esos besos suaves pero decididos a subirme el color rojo a mis mejillas. Su lengua, una vez más, comenzó a indagar dentro de mi boca, pidiendo una respuesta de la mía. Mis manos no pueden parar de tocarlo, de abrazarlo, tengo la necesidad de aprovechar este momento, no sé si vuelva a suceder, si nos tengamos que arrepentir de esto después, así que necesito disfrutar cada segundo. Entrelazo mis dedos por su pelo, está más corto de lo que lo recordaba, supongo que se peló hace poco, pero no afeitó su barba, los pelos de su bigote incipiente me acarician, me cosquillean en mi labio superior, me gusta. – ¿Ahora te dejas la barba? – No he tenido tiempo de afeitarla ¿te molesta? – Para nada –le digo sonriendo y retomando el beso, no sé qué me está pasando hoy que soy incapaz de separarme de sus labios, no quiero que se vaya Se incorpora sobre uno de sus brazos
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