Laura sonrió de manera siniestra cuando el hombre que contrató de la banda mafiosa Stracci apareció con Ángela sobre sus hombros, cargándola como si fuese un saco de cemento.Una vez que comprendió, dentro de su delirio, que David no iba a perdonarla y que ya no poseía poder para tenerlo bajo su control, decidió escapar.Antoni la visitaba casi a diario, ella supo jugar bien el rol de hermana menor agraviada y culpable. Asustada por la situación que enfrentaban los Murphy le rogó que moviera parte de su dinero ―todo lo que pudiese― a una cuenta secreta. No era algo raro que personas como ella, adineradas y con muchas conexiones poderosas, tuviesen bienes y dinero secreto. Él accedió con cierta renuencia, sin embargo, una vez que la pelirroja mencionó que iba a ir a prisión, perder a su hijo y esposo, su hermano aceptó, mirándola con pena.―Si voy a prisión, confiscarán mis cosas, necesito protegerlas, no estaré en la cárcel mucho tiempo, con buena conducta podré salir en un año o dos,
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