CAPÍTULO 106

Ella no se encontraba en coma, ni siquiera estaba inconsciente la mayor parte del tiempo; por el contrario, en más de una ocasión recobró el sentido, pero como consecuencia de la hipertermia, padeció de una fiebre severa que tuvo que ser controlada de manera estricta con antipiréticos que aumentaban la somnolencia.

Las veces que se despertó lo hizo por breves momentos y sumida en delirios febriles, sin poder moverse o hablar; por eso, tanto David como Jacobo pensaban que ella estaba en peor condición de la que en realidad tenía.

A ratos escuchaba las conversaciones entre los dos, sin embargo, Ángela pensó que todo era producto de su imaginación, sueños confusos que solo agravaron su malestar emocional, haciéndole desear no despertar.

―Hija, despierta… ―rezó Jacobo, sentado al lado de su cama―. No me dejes tú también, aún no he podido pedirte perdón.

»Además tienes que levantarte, tienes que ver cómo tu madre recibe justicia… ―contó con voz abrumada―. Sé que es tarde, pero todos los cu
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