JASPE RADDOUAN—Anda, Marta, hazme otra, ¿Cómo a Daniel si le haces cuatro?—gimo y la abrazo en medio de mi dramatización.Es un hueso duro de roer, verdaderamente.—Que no. —gruñe, al tiempo que voltea una arepa para que se cocine igual de ambos lados.—Anda, Marta, házmela y te digo quién te quiere. — susurro juntando mis manos en señal de súplica.—No. — vuelve a responder y comienza a hacer otra arepa para ponerla a cocinarse.— ¿Y entonces por qué a Daniel si le haces tantas?—gimo, comenzando a molestarme.—Pues porque él sí debería llenar el cuerpo que se gasta… Si te hago cuatro arepas a ti, te vas a reventar, ¿en dónde piensas almacenar tanta comida?—pregunta exageradamente, mirando con atención mi delgado cuerpo.—Pues, eso, Marta. Si le voy subiendo la cantidad, iré engordando. —refuto y ella pone los ojos en blanco para luego darme un ligero apretón en la mejilla.—Pues, eso… que ya dije que no. Además, así flaquita le gustaste a mi niño Pablo, entonces no quiero que cambi
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