Cuando Jacob detuvo el auto frente a su casa, mi corazón comenzó a latir ferozmente. Me temblaban las manos y sentía el pecho oprimido. Era presa de los nervios, de las emociones que a duras penas podía ocultar. No sabía qué me pasaba, no era una adolescente inexperta, era una mujer, había estado con otros hombres antes, pero con Jacob todo se sentía diferente, más emocionante, más excitante. Además, se trataba del padre de mi hijo, no era alguien que podía dejar atrás si no funcionaba, él estaría alrededor siempre. Jacob envolvió mi mano con la suya y electricidad recorrió mis dedos y se reflejó entre mis muslos vigor, nublando mis pensamientos. Ya no era una sorpresa para mí que mi cuerpo reaccionara de esa manera, a veces, solo bastaba una mirada suya para incitarme. En silencio, alzó nuestras manos unidas y me besó los nudillos con toques suaves, amables, mientras con el dedo pulgar me acariciaba el dorso, provocándome aún más. Volteé a mirarlo y sentí un vuelco en el es
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