Volví a enfocarme en mi agenda y, fecha tras fecha, estaba llena de aburrida monotonía: ir a la peluquería, hacer mercado, cita de depilación, día de limpieza general en mi apartamento, lavar mi auto, llevar mis abrigos a la lavandería, salir al cine con Claire, devolver algunos libros… Nada del otro mundo. Cuando llegué a la fecha, sábado 22 de abril, donde puse “cita con Alessandro” suspiré audiblemente. Mi vida ha sido tan insípida que hasta mis momentos de placer están planificados. Para que entiendan, Alessandro no era un hombre, sino un consolador, un objeto de plástico con forma de pene que Claire me regaló en mi cumpleaños treinta cuatro. ¡Ni siquiera lo había elegido yo! ¡Qué deprimente! Cerré la agenda y resoplé con fastidio. Estaba aburrida, quería ocupar mi mente con trabajo, pero ese era un día de esos que se hacían eternos. ¿No podía ser como otros, cuando no podía ni tomar un respiro? Miré las flores que me envió Jacob
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