—¡Sabía que tú confiarías en mí! — exclamó la más joven con una radiante sonrisa, se aproximó de un salto a abrazar a su hermana, que, con una sonrisa amarga, se culpabilizaba por haber dudado de su querida hermanita. Vanessa con lentitud dirigió una porción de comida a su boca; la última vez que Danna había preparado algo de comer su preparación sabía cómo si le hubieran echado tierra, y la vez anterior, la joven había confundido el azúcar con la sal. Sin embargo, en esta ocasión Vanessa estaba mentalmente preparada para que supiera a engrudo, mas su sorpresa fue mayor al degustarla, había hecho una gran fusión con los sabores y debía admitir que de veras sabía bien. La mayor peli teñida no podía creerlo y pensó que quizá había algo mal con sus papilas gustativas o su reciente ne
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