Todos miraron a una débil Angeline siendo sujetada por Petra en el umbral de la puerta del despacho. Christopher, quien estaba más cerca de ellas le ayudó a entrar y a sentarse en uno de los sofás de la biblioteca. —¿Cómo es eso de qué tú eres el archivo? A la pregunta de Boris, Angeline buscó con la mirada el rostro de Eliot, quien le dio una suave y paternal sonrisa, confirmándole que ya todos sabían la verdad. —Cuando era niña mi padre siempre me hablaba con la verdad acerca de su trabajo, nunca me ocultó nada, pero era muy sobreprotector tanto que me hacía entrenar fuertemente, decía que algún día lo necesitaría —Angeline sonrió a la nada al recordar su pasado—. —Nunca entendí el por qué. —Hubo un tiempo en el que él me colocó un apodo, me llamaba chiquitita, odiaba ese apodo, así que antes de su última partida me dijo que, si algún día le sucedía algo, yo sabría qué hacer, me dijo que estaba lista y preparada para lo que aconteciera. Sin
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