Había terminado de peinar su cabello hacía un par de minutos, y, aun así, seguía pasando el redondo cepillo entre su sedosa cabellera, suspiró resignada. —Esto está muy mal, Leia, estás muy mal — Se decía a sí misma al verse a los ojos en el espejo de cuerpo entero colocado en un pequeño armario en su pieza, bajó su mano con el cepillo en ella y mordió su labio preocupada, jugó con un mechón de su cabello con la mano libre, y se miró de pies a cabeza; una falda de holanes blanca y una blusa lila de manga tres cuartos y hombros descubiertos, eran las piezas de ropa que usaría para el día. —Casi no me reconozco— volvió a mencionar en un susurro, pero no por su forma de vestir, sino por la extraña forma de comportarse con la que venía estado actuando.&nbs
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