—En serio, Sam, es como si hubieras resucitado —le dijo Kel.Aunque Sam ya no era una sirvienta, la ayudaba en sus labores igual que antes. Vlad estaba trabajando, Ingen en la escuela, no tenía trabajo como fotógrafa, no había nada más que pudiera hacer y el aburrimiento era perjudicial para el cuerpo y la mente, así se lo había dicho su abuela cuando aprendía a tocar flauta china. La mujer cambiaba constantemente de pasatiempos, sus intereses eran sumamente volubles, pero le gustaban bastante los instrumentos exóticos.Sam no había heredado su talento para la música, no señor. Sus padres la habían hecho tomar clases de piano a temprana edad, pero su coordinación le hizo imposible llegar a producir algo bueno para la salud auditiva. Ni hablar de su voz, Sam no cantaba, aullaba. Eso no la detenía de ir al karaoke de vez en cuando con sus amistades. Los verdaderos amigos eran los que seguían a su lado luego del karaoke. Cuando iba con Félix,
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