Sally se probó varios vestidos antes de su cita del sábado, y a pesar de saber que el problema no era la ropa, sino sus nervios por tener una cita después de tantos años, le costó elegir que ponerse. Al final, y recurriendo a una opción clásica, escogió un vestido negro, ceñido, que se ajustaba a su figura moldeada por su nuevo puesto de profesora de gimnasio. El vestido no era nuevo, pero le gustaba mucho, era de una tela fina, muy cómodo, y gracias a su estilo sencillo, pues era de tirantes anchos, y dejaba al descubierto sus brazos, se podía combinar con casi cualquier complemento. Ella eligió combinarlo con un chal de seda, en color rojo vino, y con unos tacones altos de color negro. No se puso nada más, aparte de unos pendientes de oro muy sencillos que tenía desde la adolescencia, y una pulsera de oro que siempre la acompañaba. Se peinó con cuidado, recogiendo su cabello en un moño bajo, y se aplicó un poco de ma
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