CAPÍTULO 48. Un encuentro con el diablo
Elliot parecía una fiera enjaulada. Ni siquiera se había molestado en volver de nuevo a la oficina después de llevar a Kali a casa, pero verla dormir inquieta, sin llegar a descansar realmente, lo tenía sin sombra.Había intentado comer y había vomitado otras dos veces, y para Elliot estar ahí con ella, sujetarle el cabello o lavarle la cara no era suficiente.—¡Listo! Levántate, nos vamos al hospital —declaró cuando estaba casi anocheciendo, porque Kali parecía más una osa hibernando que una persona.—No, déjame, no es nada… —protestó ella, que no estaba de ánimo para abrir los ojos.—Oye, señorita, no era una sugerencia. Te vistes o te visto, pero tú y yo vam… —Elliot se interrumpió cuando sonó el timbre de la puerta, y protestó antes de ir a abrir—. ¿Qui
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