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Todos los capítulos de AMOR REBELDE: Capítulo 31 - Capítulo 40
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CAPÍTULO 30. Unas opciones rechazadas
 Kali no estaba nerviosa, pero definitivamente tendría que acostumbrarse a muchas cosas a partir de ese momento. Al abrir el vestidor, su primer instinto había dirigido su mano hacia un abrigo ligero de cuello de tortuga; le tomó un minuto darse cuenta de que ya no tenía que usar eso, así que optó por una blusa ancha bajo un blazer blanco que le llegaba hasta las rodillas, un jean oscuro y botas de aguja.Se dejó el cabello suelto y se maquilló muy poco, a excepción de los labios. Jamás había tenido oportunidad de lucirlos, así que miró al juego de labiales que le había regalado Valeria. La ropa que llevaba puesta era solo en tonos negros o blancos, así que un labial rojo rosewood parecía perfecto para hacer contraste.Tomó uno de sus bolsos preferidos en forma de morral y se fue a la cocina por un café.—¿Lista
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CAPÍTULO 31. Una oportunidad de oro
«¡Claro que sí!»«¡Por supuesto que me quiero divorciar!»«¿Crees que vine solo por juego?»Todas aquellas palabras habían salido de su boca, pero Connor Sheffield no se había creído ni una.Finalmente se habían despedido, no sin antes hacer una nueva cita para dentro de dos días. Al parecer Jackson Ellis era todo un personaje y siempre estaba de viaje, pero había accedido a interrumpirlo brevemente solo a petición de Connor.El ambiente en el departamento era más que incómodo. Estaban tan acostumbrado a pelearse que aquella tregua los tenía más tensos de lo acostumbrado, porque ahora no tenían como sacarse las frustraciones.Kali se pasaba las mañanas en la universidad, iba al estudio aunque no tuviera nada que hacer, y luego se pasaba casi toda la noche estudiando. Y Elliot merodeaba a su
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CAPÍTULO 32. Un hombre en la mira
Era extraño ver a Elliot en silencio, especialmente porque lo normal era que estuviera despotricando a los cuatro vientos del pobre Matt y de su oferta para hacer esa exposición privada. Pero en lugar eso solo estaba callado, demasiado para su gusto.Tal como Jackson le había aconsejado, había llamado a Matt pata aceptar su propuesta. No se iba a oponer a nada que la ayudara a librarse definitivamente de su padre, y Matthew estaba más que feliz.Sin embargo y a pesar de todo, la tregua se mantuvo. Ella volvió a hacer cena para dos y él volvió a sentarse en el sofá, a ayudarla a estudiar para el examen. Para la medianoche ya Kali estaba dando cabezazos del sueño y Elliot sonreía viendo cómo a poco se quedaba dormida. Era impresionante el empeño que le ponía a estudiar, pero sabía que la carga de las últimas semanas terminaría pasándole factura, a
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CAPÍTULO 33. Un asunto que resolver
Elliot ni siquiera recordaba cómo había atravesado la ciudad, solo que el nudo que tenía en el estómago lo hacía golpear el claxon en medio del volante más veces de las que en verdad se necesitaban.Presionó con insistencia el botón del ascensor y subió los dos últimos pisos por las escaleras porque no tenía tiempo para que otros subieran. No se dio cuenta de que la mano le estaba temblando cuando i tentó abrir la puerta del departamento, pero en cuanto la abrió, y volvió a ver el bolso de Kali con sus cosas regadas por el suelo, literalmente creyó que le daría algo.—¿Kali? —la llamó, dándose cuenta de que apenas estaba susurrando—. ¡Kali! —Repasó con la mirada, el salón principal, el comedor y la cocina antes de lanzarse hacia su habitación—. ¡Kali!El sonido desagrad
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CAPÍTULO 34. Un libro usado
Las palabras sonaban extrañas a medida que salían de su boca, pero Elliot no tenía tiempo para ponerse a psicoanalizar lo que sentía mientras decía en voz alta que Kali era su esposa.El viejo gordo frente a él se puso lívido, sus labios se convirtieron en una línea fina y apretó los dientes con impotencia. Por su cabeza pasó aquel pensamiento, el de que había elegido a la chica equivocada, pero de una forma muy diferente a la que Elliot pensaba.—¡Ella fue la que se me insinuó! —exclamó por fin—. Sabía que había reprobado el examen…—¡Ella no reprobó ese examen! —le gruñó Elliot dando un paso hacia él—. Usted solo le puso una mala nota para tener cómo manipularla. Pero ella está segura de que sus respuestas fueron correctas y yo le creo. ¿O me va a decir q
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CAPÍTULO 35. Una habitación para la ira
Kali abría y cerraba los ojos por momentos, pero Elliot sabía que no estaba realmente consciente.—¿Alan le puso un sedante como para caballos o qué? —protestó cuando llegaron al departamento.—No lo sé, pero ella necesita descansar así que déjala dormir —le dijo Valeria mientras lo veía acostarla en la cama—. Mañana vendré a ver cómo está.Richard y ella se despidieron y Elliot cubrió a Kali con el edredón, porque ya se estaba sintiendo el frío.Se dio un baño caliente, a ver si aquella tensión desaparecía, pero no lo hizo. No desaparecería hasta que ella despertara y todo estuviera bien, y para ser honesto no sabía si eso era posible.Fue a verla por última vez antes de irse a dormir, pero se la encontró al borde de la cama, casi cayéndose. La alcanz&o
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CAPÍTULO 36. Una imagen sustituta
Elliot sabía lo que eran: pesadillas, de las peores, de las que no podías salir solo. Saltó a la cama de Kali y la sacudió hasta que la muchacha abrió los ojos, asustada. Tenía la frente perlada de sudor y el cuerpo tembloroso.—Shshshsh… todo está bien… estoy aquí —murmuró quitándole el cabello de la frente y viendo cómo su pecho subía y bajaba con jadeos ahogados—. Estoy aquí.La abrazó con suavidad y Kali cerró los ojos contra su pecho, aferrando su playera con un gesto inseguro.—Creo… que sí te voy a aceptar ese guardaespaldas… —susurró quedamente y Elliot asintió.—Está bien, solo me aseguraré de que sea bien feo, ya tengo que competir con el sacafotos, no puedo darme el lujo de tener otro oponente a estas alturas.Kali sabía que solo
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CAPÍTULO 37. Una tortura pareja
¿Qué se suponía que hiciera?Kali solo se quedó allí, pestañeando aturdida mientras Elliot tragaba en seco e intentaba controlarse. ¿Cómo que quería besarla…? Kali sintió que las piernas se le aflojaban, a diferencia de Elliot, ella no había tenido la oportunidad de olvidar absolutamente nada de la noche que habían pasado juntos, pero ahora parecía que a Elliot le estaba llegando de golpe todo lo que a ella le había tomado casi dos meses digerir.—Creo q-que mejor m-me voy… —murmuró mientras retrocedía hacia la puerta, pero tuvo que morderse los labios para aguantarse la sonrisa y Elliot se dio cuenta.—¡Oye! ¿Cómo te puedes reír…? ¡Maldita loca!  —gruñó cuando la vio cerrar la puerta muerta de risa y se echó a reír también—. &iex
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CAPÍTULO 38. Un vestido condenadamente incómodo
—¿No podías hacerlo un poquito más complicado? —se quejó Kali muriéndose de risa mientras Valeria intentaba no estallar también en carcajadas.El vestido que Valeria había diseñado para la ocasión era espectacular, pero estaba hecho para que vistieran y desvistieran a la modelo, era imposible que una persona sola se pudiera poner aquello.—Ya deja de reírte, bruja, que no vamos a acabar nunca —replicó—. El desfase horario me está matando y mi vestido me da picazón en el trasero, así que deja de quejarte del tuyo.—No te hagas, si te da picazón es porque tú quieres, para justificar la forma tan desenfrenada en que te vas a restregar contra Nick —se burló Kali.—Eso no te lo niego.—Pero es que… ¿cómo se te ocurrió esto? —preguntó Kali, con
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CAPÍTULO 39. Un hombre competitivo
Posesivo. Violento. Necesitado.Había muchas palabras para describir ese beso, pero en aquel momento no era capaz de pensar. Elliot encontró sus labios en una comunión única y ella se abrió para él sin darse cuenta. Sintió su lengua, traviesa y demandante, explorando su boca, invitándola. Sus manos subieron por sus muslos mientras su cuerpo la apretaba contra aquella pared, había electricidad en las puntas de sus dedos, había necesidad cuando se cerraron sobre sus caderas, atrayéndola con un gesto ansioso.Elliot era una m@ldita invasión. Dominaba su boca, jugaba con su lengua, mordía sus labios y se bebía cada uno de sus suspiros como si jamás hubiera besado a otra mujer en el mundo. Kali echó atrás la cabeza buscando un poco de aire y sintió su aliento, caliente y entrecortado, sobre la piel de su garganta. Se le escapó un jadeo ahogado
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