Capítulo sesentaUna depredadora sexual*Adriano Di Lauro*Me deleito en el exquisito sabor de sus labios, explorando cada espacio de su boca. No me importa que tengamos público o si mi conducta es inapropiada. Es nuestro momento, ella es mía y al mundo debe quedarle claro de una vez por todas. De solo pensar lo que hemos pasado las últimas semanas, vuelvo a temblar colérico. Estuvimos a nada de perdernos el uno a otro. Por un instante, dejé de escuchar su respiración y el miedo se instaló en la boca de mi estómago hasta calarme los huesos. Ahora no pienso quitarle el ojo de encima. Me separo unos pocos milímetros para aspirar el aroma afrutado de su cabello. Mi droga favorita. —¿Lista para abrir el baile, señora Di Lauro? —inquiero en un leve susurro, con mis labios rozando el lóbulo de su oído derecho. —No creo que pueda baila
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