Capítulo sesenta y cinco
La boda no boda (Primera parte?)
*Cassandra Di Lauro*
Contemplo mi figura en el espejo mientras cierro la cremallera lateral de mi vestido.
No suelo lucir ropa roja, no es mi estilo y no me agrada del todo la forma en la que contrasta con el verde de mis ojos. Sin embargo, debo reconocer que este tono ciruela me sienta bien.
Me coloco de perfil en busca de algún indicio sobre mi embarazo, pero mi vientre plano se mantiene igual.
Ya quiero que crezca.
—En esa posición resulta muy tentador acariciarte frente al espejo, cara —señala mi marido, queriendo ponerse de buenas, pero el cabreo que tengo no me lo quitará con palabras bonitas o ardientes.
—Puedo salir para impedirte sucumbir a la tentación &mda
Capítulo sesenta y seisLa boda no boda (Segunda Parte)*Cassandra Di Lauro*Una pequeña capilla decorada con impresionantes hortensias y flores colgantes e iluminada con faroles rústicos, velas aromáticas y cadenas de luces diminutas dan forma al jardín; convirtiéndolo en un espacio mágico.El verdor del césped y del arbolado contrastan a la perfección con los columpios de flores y hojas.La alfombra roja comienza desde la entrada del jardín y se extiende hasta el altar. En cambio las sillas, de estilo clásico pero pintadas de gris metálico con cojines rojas, destacan entre la vegetación, a ambos lados del camino. Lo delimitan pequeñas macetas de flores del color que predomina en la decoración: el rojo pasión.Ostentoso y a la vez sencillo. Carina Fabri tiene buen gusto y ese mérito no se lo puede quitar nadie.Los
Capítulo sesenta y sieteUna puñalada directo al corazón*Adriano Di Lauro*Escondo una mueca de disgusto detrás del vaso en cuanto veo a mi amigo engullir el cuarto trago de un sorbo.No ha dicho una palabra, simplemente tomó una botella de coñac del minibar y se ha sentado a beber como si todo el alcohol del mundo fuera a terminarse esta noche.—¿Quién entiende a las mujeres? —abre la boca para hablar por primera vez en media hora—. ¿Por qué tienen que complicarlo todo? Donde yo veo verde, ellas ven limón, olivo, fluorescente, estampado... ¿Por qué las aguantamos?—Porque las necesitamos —intercedo su ridícula disertación en tanto aparto la bebida. Hoy no me apetece
Capítulo sesenta y ochoUn miedo en común*Adriano Di Lauro*Las máquinas no dejan de sonar, los paramédicos no dejan de hablar entre ellos. Las constantes vitales disminuyen y el hielo en mi interior es cada vez más grueso. Ni siquiera cuando el secuestro me sentí así.«Eso es porque aquel día tú la rescataste», me reprende mi fuero interno.«Hoy no estuviste ahí»No estuve...¿En qué momento sucedió todo esto?—¿Padece de alguna enfermedad? —niego en el acto en tanto visualizo su piel apenas sin color. Ellos continúan parloteando mientras tomo una de sus manos y... ¡Joder! Están demasiado frías, casi como mi corazón en este mismo instante—. ¡Señor! —me sacude el mismo sujeto—. ¿Qué tiempo de gestación tiene?—Once semanas.
Capítulo sesenta y nueve Desmayo *Adriano Di Lauro* Dejo el móvil a un lado y voy hasta ella, maquinando en mi cabeza para encontrar la forma de evadir su pregunta. Sin embargo, mi esposa vuelve a repetirla mientras mantiene una expresión determinada y ninguna ocurrencia viene a mi mente. Entonces, opto por la vía más sencilla: reprenderla. —¿Qué haces fuera de la cama? —Bueno, la ausencia de mi marido me despertó y fui por un vaso de agua antes de venir en su búsqueda. ¿Con quién hablabas? —Nadie importante. —¡No me digas! —bufa. No me gusta el rumbo que está tomando la situación—. ¿Y qué es lo que esa persona no importante exige que me cuentes? —Cara... —¿Qué me ocultas
Capítulo setenta El mundo se detiene a mi alrededor *Cassandra Di Lauro* Intento distraerme con los enfrentamientos amistosos entre Leah y Romeo, pero no lo consigo. Llevo casi veinticuatro horas hospitalizada y ya tanta preguntadera me da mala espina. —¡Cassie ayúdame! —el chillido de mi mejor amiga me pone alerta. —¿Qué pasa ahora, Leah? —inquiero con cierto desgano. Muero por ir a mi casa, relajarme en mi cama y ver televisión con mis hijos mientras devoro un boll de palomitas con mantequilla. —Este idiota que desde hace unas semanas anda de misteriosito. —Mira quién fue a hablar —salta el aludido—, la reina de los secretos. —¿Cómo...? &nb
Especial San Valentín (Cassandra y Adriano) Una pausa en el tiempo *Cassandra Di Lauro* Apago la cerilla y coloco la última vela aromática. Desde mi posición contemplo el paisaje con una enorme sonrisa en mis labios. Las cortinas blancas y doradas combinan junto a las mantas del mismo color. Por donde quiera hay pétalos de rosas rojas, dándole sencillez y elegancia al mismo tiempo al ambiente. El cuenco de fresas permanece en su sitio junto a la Champaña. «Un sorbo no le hará daño al bebé» Aunque por si acaso mi marido se pone paranoico al respecto, tengo zumo de naranja. El amor se respira en el aire, lo cual es precisamente mi objetivo. Necesito un tiempo a solas con mi italiano, disfrutar de nuestros cuerpos, nuestro cariño. Necesito una pausa en el tiempo para luego poder continuar nue
Capítulo setenta y unoA mi manera*Adriano Di Lauro*El jodido viejo del demonio lo ha vuelto a hacer.De una forma u otra siempre termina arrastrando a mi mujer al círculo vicioso en el cual implica un sinfín de lágrimas y decepciones.Si no fuera porque en el fondo soy consciente de que a mi esposa le importa, me desharía de él yo mismo.Gibson Reid cree que con esa bomba de tiempo que lleva en el cerebro puede manipular a todos y mover las fichas a su favor. Piensa que en esta ocasión tiene el control... Al parecer, no termina de conocerme.Tengo que darle una solución definitiva a esto..., hacerle ver quién manda, porque ahora más que nunca mi suegro se encuentra hundido en el barro. Sin embargo, para eso
Capítulo setenta y dos Todo un Di Lauro *Cassandra Di Lauro* Me tapo con la manta y me acomodo sobre la almohada, ahogo un bostezo y cierro los ojos para soñar con los ángeles... «Grave error» La enorme fuente de chocolate aparece frente a mí. El líquido se desliza desde la cima y al tocar las fresas se convierte en una capa sólida, dulce y crujiente. De manera inconsciente me relamo los labios y me da la sensación de casi poder tocarla con las manos. Intento contar ovejitas en vano, el hambre no me deja conciliar el sueño. Ni siquiera pensar en sexo me distrae. Necesito comer algo y no cualquier cosa, yo quiero fresas con chocolate. Me levanto con extremo cuidado para no despertar a mi marido y con la misma cautela, baj