Minutos más tarde, Aiyana, detenía su montura frente a su tipi, en donde ya la esperaban el gran jefe, el jefe brujo, Takoda y Kange, enterados de lo sucedido.Sahale, Takoda, Kange y Tadi, bajaron el cuerpo de Kenay, y entre los canticos que ya había iniciado el jefe brujo, lo condujeron a su tipi, en donde lo acomodaron y salieron esperando que le hicieran las curaciones necesarias.Pese a la angustia, al temor y a la incertidumbre que la envolvía, Aiyana, se mantenía inmensurable, ni su rostro, ni su cuerpo delataban todo aquello que estaba sintiendo dentro de su pecho al pensar que su marido podría morir.Takoda, su suegro y Kange, su padre adoptivo, habían comenzado unos canticos y unas danzas míticas y religiosas, seguidos por Sahale y Tadi, a los que ya se habían unido otros guerreros que conocían y estimaban a Kenay, todos dese
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